DESDE DONDE LUCHAMOS:

Somos la Juventud Peronista Revolucionaria Envar El Kadri y formamos parte de la Agrupación Envar El Kadri - Peronismo Revolucionario.
Concebimos este espacio estratégico de lucha, en el marco del apoyo al presidente de la República Argentina Néstor Kirchner y a los procesos populares encarnados en el comandante Chavez, Evo, Lula, Ortega,Correa y Fidel Castro. Construyendo junto al pueblo una patria para todos y todas. Contra el enemigo principal de adentro y de afuera del proceso en marcha. Desde nuestra história de consecuencia y confrontación contra toda expresión del neo-liberalismo, sin oportunismos. Con la concepción de que solo el pueblo organizado es capaz de derrotar a los grupos concentrados de poder económico y político que han operado sistemáticamente hace mas de 30 años. Engrosando sus bolsillos en detrimento del pueblo Argentino.

CONSTRUIMOS DÍA A DÍA DESDE LA TRINCHERA DE LA PATRIA FUERZA POLÍTICA ORGANIZADA PARA LA REALIZACIÓN DEFINITIVA DE LA LIBERACIÓN NACIONAL Y LA CONSTRUCCIÓN PERMANENTE DEL SOCIALISMO NACIONAL DEL SIGLO XXI.

miércoles, 31 de octubre de 2007

Jornada contra el brutal asedio contra La Revolución

“La CTA es territorio de Cuba en la Argentina y la casa de los trabajadores cubanos”
Hugo Yasky

[30/10/2007 - ACTA] Por Mariano Vázquez.
La Central de los Trabajadores de la Argentina reafirmó el viernes pasado su total compromiso con la Hermana República de Cuba en un acto solidario contra el bloqueo económico, comercial y financiero que desde hace 47 años impone Estados Unidos contra la Isla. “Esta es una jornada de la militancia para reafirmar nuestro compromiso de luchar hasta que el bloqueo a Cuba pase a ser parte del pasado de la opresión neocolonial en América Latina”, afirmó el secretario general de la CTA, Hugo Yasky. “Es un gesto solidario y un mensaje hacia el resto de América y del mundo”, agregó el embajador de Cuba en nuestro país, Aramis Fuente Hernández.
Unas 300 personas participaron de este acto solidario que tuvo lugar en la sede nacional de la CTA. Representantes de la Embajada de Cuba y Venezuela en la Argentina y de la CTA se dieron cita para expresar el más enérgico repudio contra el brutal bloqueo contra la Isla y las declaraciones del presidente de los Estados Unidos, George W. Bush. A las 17 se inició el evento con la proyección del documental “Desafío”. Este conmovedor film del realizador cubano Roberto Chile muestra la heroica lucha del pueblo cubano para enfrentar el bloqueo comercial, económico y financiero de los Estados Unidos. Posteriormente, Fuente Hernández, presentó un video y disertó sobre la historia de esa política genocida de Washington. La presentación del embajador puede verse en su totalidad en la página web www.cubavsbloqueo.cu.
El cierre de la jornada estuvo a cargo de Hugo Yasky, quien afirmó que “correspondía hacer este acto en la casa de los trabajadores, para demostrar que eso que decimos siempre, de que éste es un territorio libre de América, el de la CTA, que esta también es la casa de los compañeros trabajadores de Cuba y que esta también es la casa de la CTC, la Central de Trabajadores de Cuba, se tenía que refrendar con actos cotidianos. Este es un acto de la militancia para reafirmar nuestro compromiso de luchar hasta que el bloqueo a Cuba pase a ser parte del pasado de la opresión neocolonial en América Latina”.
Recordó además que “ése es el compromiso de la CTA. Nosotros comenzamos nuestra vida como Central con la declaración de 1991 en Burzaco y en esa primera declaración, la que constituye como nuestra partida de nacimiento, hay un punto en el que nosotros reclamamos el fin del bloqueo contra Cuba y denunciamos en 1991 la actitud cómplice de muchos países de América Latina que con su silencio avalaban ese bloqueo”.
El secretario general de la CTA también destacó la presencia de miembros de la Embajada de Venezuela (el agregado cultural, Fidel Ernesto Barbarito Hernández; y el primer secretario Yvan Darío Bastardo Flores) “porque en América Latina estamos en la construcción de un nuevo tiempo en el que empezamos a intentar recuperar nuestro propio destino”, en el que se busca “terminar con las imposiciones del neoliberalismo, vengan del Fondo Monetario, del Banco Mundial, de los capangas locales, del Pentágono, de las Fuerzas Armadas, de la derecha religiosa, de la derecha política, de la derecha económica o de las mentiras que publican lamentablemente todos los días los medios de comunicación”, manifestó Yasky. “Si hay algo que nos tiene que hermanar a todos los pueblos de Latinoamérica es la lucha contra el imperialismo para construir nuestra propia independencia; sin independencia plena, económica, política, social no va a haber transformaciones para un país con justicia social”.
“Lo que nosotros hacemos no es solamente la solidaridad de los terceros que miran la realidad de Cuba y entonces dicen vamos a actuar. No. Es la solidaridad y la forma de reafirmar nuestra lucha. Es una sola lucha. No por casualidad el Che Guevara es argentino, no por casualidad el año que viene con motivo del 80 aniversario de su nacimiento vamos a estar movilizados. La CTA, en la persona de su secretario de Relaciones Internacionales, Adolfo Aguirre, fue uno de los que impulsó en Cartagena de Indias, Colombia, en un encuentro de todas las organizaciones iberoamericanas, una resolución reclamando el cese inmediato del bloqueo y que denuncia la política imperialista de los Estados Unidos y fue aprobada casi por unanimidad. El compromiso de esta Central es seguir luchando para construir en toda América Latina y el mundo para que se defina al imperialismo como un pecado contra toda la humanidad, es una política de agresión, en contra de la paz, de la solidaridad, de la humanidad en la construcción de justicia entre los pueblos”, bramó el dirigente ceteatista.
Finalmente, Hugo Yasky anunció que “vamos a iniciar una campaña para que la Coordinadora de Centrales Sindicales de Cono Sur (CCSCS) saque una declaración repudiando las declaraciones de Bush reafirmando nuestro compromiso para luchar en contra del bloqueo”.
Fuente Hernández: “La CTA ha demostrado convicción”
El embajador cubano expresó su satisfacción por el “gesto solidario y el mensaje hacia el resto de América y del mundo” que dio la Central con este acto solidario. “Es la demostración más evidente que la gente honesta, que defienden valores, que defienden la autodeterminación e independencia de los pueblos, realmente reaccionan de esta manera, por eso lo vemos como una demostración de esa convicción”. Y agregó: “Por eso es más importante aún la unidad de nuestros pueblos para enfrentar la política agresiva de los Estados Unidos, que se ratificó descaradamente en el discurso falaz, descabellado y mentiroso de Bush y en un lenguaje que deja clarito que la esencia de esa política es de agresión”.
Fuente Hernández, en diálogo con ACTA, también sostuvo que “el bloqueo que Estados Unidos mantiene desde hace más de 40 años en Cuba ha causado pérdidas para la isla por más de 89.000 millones de dólares. Y eso sin contar todos los prejuicios colaterales que este genocidio ha provocado. Además, como consecuencias de todas estas políticas, han muerto en actos terroristas, en acciones contra Cuba, más de 3.400 cubanos y más de 2.000 han quedado discapacitados”.
El embajador cubano también recordó que la primera resolución contra el bloqueo presentada en la Organización de Naciones Unidas (ONU) obtuvo el apoyo “de 52 países en 1992, y hasta la fecha en que han transcurrido 15 votaciones, en la de año pasado, que fue la ultima resolución, fueron 183 naciones respaldando a Cuba. Hay que recordar que hay 192 países en la ONU”.
El diplomático aseveró que “lo que esta aplicando Estados Unidos es una política genocida; sin embargo, el que está aislado en la comunidad internacional es el gobierno de los Estados Unidos, nunca Cuba ha estado aislada de ningún pueblo de América Latina, de África, ni del mundo ni del pueblo de los Estados Unidos. Tampoco van a poder contra el pueblo cubano que es libre e independiente”.
Junto a Fuente Hernández también participaron por la embajada cubana Franciso Delgado y Orestes Hernández. Por la mesa nacional se encontraban Adolfo Aguirre, Victor Mendibil, Stella Maldonado, Ricardo Peidro, Cecilia Martínez, Francisco Nenna, Gustavo Rollandi, Elena Reynaga y dirigentes y militantes de la CTA de distintas provincias.

miércoles, 24 de octubre de 2007

¿RECONSTRUIR LA CENTRO IZQUIERDA O EL MOVIMIENTO NACIONAL Y POPULAR?

Por Lido Iacomini

El estallido de Diciembre del 2001 sólo puso en evidencia algo que ya había sucedido en nuestro país: el sistema tradicional de partidos y movimientos políticos hacía tiempo que ya estaba agotado. Sus componentes atravesaban una profunda crisis a consecuencia de su incapacidad para resolver las demandas históricas del pueblo argentino, cuando no su defección y su traición.
A pesar de la amplitud y la efervescencia de la lucha social y política del 2002 y del 2003 no se logró estructurar un nuevo movimiento expresivo de la nueva situación y que a la vez recogiera lo mejor de la tradición de nuestro movimiento de masas.
El gobierno de Kirchner –con todo lo renovador y positivo que aportó a la salida de la crisis concitó una mayoritaria adhesión en casi todos los estratos sociales, pero desde el plano político organizativo se apoyó y se asentó en la débil situación heredada, y quedó entrampado, sostenido por debajo con algo peor que el desierto: los remanentes podridos de la vieja partidocracia y la estructura corrupta que en el justicialismo consolidó el menemismo.
Un sector más dinámico, el de los movimientos sociales y transversales, careció de política propia para aprovechar las transformaciones favorables que aportó Kirchner y para pasar de ser una exigua minoría a ser una consistente mayoría. Sacrificó autonomía e independencia a cambio de recursos y estructuras, cambiando la dirección de la correa de transmisión, que pasó de marchar desde las demandas y necesidades populares hacia arriba, a viabilizar principalmente las políticas oficiales hacia el pueblo. Incluso pagando los precios de los errores, debilidades y limitaciones del gobierno.
Así y todo –portando críticas y disconformidades- siguen trasvasando lentamente cuadros y militantes del progresismo hacia las filas oficiales mientras la autotitulada centroizquierda se reagrupa a su calor. Tendencia que el previsible y deseable triunfo electoral de Cristina acentuará.
Esto tiene aspectos favorables en la perspectiva que se avecina. Tras la cantada derrota electoral de la oposición, las derechas intentarán un reagrupamiento por dentro del PJ que encabezarán (¿ex?) duhaldistas y menemistas.
Pero aún los sobrevivientes mas destacables del movimiento nacional y del progresismo -y hay muchos- sostienen algunas ideas deformadas, en gran medida como consecuencia del doloroso pasado reciente. En realidad la centro izquierda (peronista y no peronista) no es otra cosa que una izquierda mellada en su espíritu revolucionario por las derrotas, los fracasos, las traiciones y las desilusiones. Carentes de un proyecto estratégico propio, sobrevuelan bajo con un pragmatismo que bordea en muchos casos el oportunismo. Sobre todo alimentado por las “teorías gestionarias” heredadas del chachismo que reservó la política para las elites, convirtiendo a la militancia en funcionariato.
Así como los dirigentes sociales cooptados encajonan su práctica, limitados por las responsabilidades derivadas de planes sociales y cargos, los “progres” centroizquierdistas lo hacen con la mentalidad y la sensibilidad de la burocracia gestionaria, cuya inteligencia suele, demasiado frecuentemente, estar al servicio de justificar todo. La desesperación mediática que suele poseerlos – convencidos de que esa es la nueva forma de hacer política - los aleja y aisla de la “gente”.
Teniendo en cuenta que hoy hay expectativas ante el reagrupamiento de la centroizquierda –y que es loable rescatar y organizar a la militancia- hay que señalar la necesidad de un balance de la experiencia que identifique los serios errores y las nefastas ideas que se fueron consolidando a lo largo de estos años. La Alianza entre el FREPASO y el radicalismo delarruista fue la expresión de una alianza de clases que subordinó a un vasto sector de la clase media argentina (conducida por su vertiente progresista) a un sector del poder financiero y agropecuario (el poder que se expresaba en la derecha radical liderada por De la Rúa ). Alianza que implicó la renuncia a romper con el modelo neoliberal y el acompañamiento, aún a regañadientes, en el rumbo de sus socios hegemónicos hacia el despeñadero.
La mal llamada crisis de representació n implicaba no sólo el fracaso de una dirigencia sino principalmente la incapacidad de las clases que representaban –y aún hoy, en una nueva situación, representan- por resolver la crisis estructural del sistema político, económico y social imperante bajo el neoliberalismo, rompiendo los lazos de la dependencia. Pero esa dirigencia nunca representó al movimiento nacional y popular, sí a lo sumo, a alguno de sus sectores. En realidad la vacancia existía, aún existe y hoy se hace indispensable avanzar en la reconstrucció n política del movimiento nacional y popular para conducir al país a una efectiva independencia y a la justicia social. Sin ello no hay utilidad alguna en la reconstrucció n de la voluble centroizquierda.
La llamada Concertación Plural no se vé que tenga más futuro y profundidad que el de una fugaz alianza electoral. Hay expectativas en algunos sectores de la militancia de que Néstor Kirchner una vez relevado de su cargo presidencial encarará la tarea de organizar un nuevo movimiento político que le permita zafar del corset del PJ y promueva una renovación de la dirigencia. Ojalá logre hacer una contribución importante en el camino de la reorganizació n del movimiento nacional. Pero de ninguna manera se nos ocurre que debemos renunciar a nuestra responsabilidad, a nuestra autonomía y a nuestra iniciativa para reorganizarnos y para formular un pensamiento renovado que aporte en esa dirección. Y sobre todo que permita alumbrar la coyuntura a partir de una concepción estratégica para lograr la liberación nacional.
Por otra parte es absolutamente cierto que no todo lo nuevo es bueno ni todo lo viejo es malo y en consecuencia nada indica que la renovación es en sí misma un valor. En realidad las tareas de renovación y reconstrucció n del movimiento están íntimamente relacionadas con la reelaboración de las bases teóricas, ideológicas y políticas que permitan definir un nuevo modelo de Nación. A la luz de la experiencia concreta de las transformaciones que se están realizando en el país. Sabiendo que todos los días se está consolidando un modelo. Que si bien cambió el modelo de acumulación, que el rol del Estado evidencia claros signos de recuperación y que la política de sustitución de importaciones motoriza la industria nacional y alienta al mercado interno no está claro como resolver el problema del papel dominante de los monopolios, principalmente los extranjeros que dominan arterias vitales de la economía y el origen y el papel de la inversión. Y sobre todo teniendo en cuenta que sin organización política del movimiento popular la variable de ajuste del modelo irá en contra de un avance en la distribución de la riqueza en la Argentina.
Cuando Lavagna ataca a Chávez en realidad define el alcance limitado de la contradicción de un sector concentrado de la gran industria argentina con el imperio norteamericano y el curso que desearían darle a un Mercosur moderado. Sus perspectivas de convertirse en gigantes industriales de América del Sur las fincan en resolver la vinculación con inversiones financieras norteamericanas y europeas. Es decir en la renegociación de los términos de la dependencia. Para ellos más que para nadie es imperioso resolver rápido la negociación de la deuda con el Club de París.Los que ya revivieron, ya salieron del infierno y también del purgatorio, piensan, pragmáticamente también, que es bueno mantener este nuevo statu quo y que alimentar una mayor unidad y dimensión política latinoamericana hasta alcanzar a crear un nuevo polo de poder mundial está lejos de sus necesidades y aspiraciones. En realidad sólo el pueblo, cuyas carencias de salud, educación y bienestar siguen siendo acuciantes tiene necesidades y aspiraciones ambiciosas y colectivas y sólo con su organización y política propias podrá persuadir a la mayoría de la sociedad a acompañarlo a transformar profundamente a esta nación. Los Kirchner solos, aunque quieran, no podrán.

ASÏ VOTAMOS

A Presidente y Vice Lista 134 - CRISTINA - Cobos
(Alianza Frente para la Victoria)

A Senadores Lista 501 - FILMUS - Marcó del Pont
(Alianza Frente para la Victoria)

A Diputados Lista 504 - BONASSO - S.Rinaldi
(Alianza Diálogo por Buenos Aires)

Mesa Nacional
AGRUPACIÓN ENVAR EL KADRI
PERONISMO REVOLUCIONARIO

APOYO A LA CANDIDATURA DE CRISTINA KIRCHNER

No existe una alternativa
Un encuentro para acordar el respaldo al oficialismo.

La agrupación Envar El Kadri, el Centro Cultural Discépolo y el Frente Barrial 19 de Diciembre, entre otros, manifestaron ayer su apoyo a la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner de cara a las elecciones del domingo. "No existe hoy una alternativa de poder superadora de la candidatura de Cristina ", coincidieron en un documento.
El documento que se repartió en la reunión, a la que asistieron unas cincuenta personas, llama "a todas las fuerzas del campo nacional y popular a aunar esfuerzos en procura de profundizar el camino iniciado por el gobierno de Néstor Kirchner". Si bien en el texto se reconoce que el Ejecutivo ha mostrado contradicciones que deben ser criticadas, se argumenta que no existe hoy una alternativa de poder superadora de la candidatura de Cristina.
El primero en hablar fue el historiador Norberto Galasso, que defendió los avances del actual gobierno en temáticas como los derechos humanos, la recuperación económica y el freno al Area de Libre Comercio (ALCA) impulsada por Estados Unidos. A la par, acepta "que existen todaví­a cuestiones pendientes, como la distribución del ingreso, la recuperación de los recursos naturales, una reforma impositiva y un mayor protagonismo del movimiento popular". Luego de explicar que se trata de un apoyo con independencia, Galasso remarcó la importancia de la "unidad ante un escenario de fragmentación del campo popular".
Entre citas a Arturo Jauretche y a Juan Perón, Alfredo Ferraresi, secretario general del sindicato de farmacia, sostuvo que la lucha no debe ser sólo por reivindicaciones, sino por la liberación nacional.Destacó que no hace falta ser kirchnerista para apoyar al único proyecto viable y que en caso de que no se cumplan las demandas, no dudarán en reclamar.
diario Página 12, miércoles 24 de octubre

domingo, 21 de octubre de 2007

CON CRISTINA, POR LA PROFUNDIZACION DEL CAMBIO

Los firmantes de la siguiente solicitada convocan aCONFERENCIA DE PRENSA:
martes 23 de octubre a las 17.30 en Rincón 1044
(ADEF- Asociacion de Empleados de Farmacia).

CON CRISTINA, POR LA PROFUNDIZACION DEL CAMBIO

Frente a las próximas elecciones presidenciales, convocamos a todas las organizaciones y compañeros/as del campo nacional y popular a aunar esfuerzos en procura de consolidar y profundizar el camino iniciado por el gobierno de Néstor Kirchner. En el transcurso de los últimos cuatro años se fue delineando un rumbo político y económico que implicó un notorio quiebre con el ciclo iniciado por el golpe militar de 1976 y continuado luego por las políticas implementadas en
los años noventa.
Es cierto también que este gobierno ha mostrado contradicciones que deben ser señaladas y criticadas. Esto se ha visto potenciado por las debilidades del movimiento nacional y popular en su conjunto para avanzar en su reconstrucción y movilización política.
No existe hoy una alternativa de poder superadora de la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner. Es por ello que convocamos a apoyarla con independencia, y con un conjunto de propuestas útiles para proseguir el rumbo emprendido:
- Promover una democracia con protagonismo popular.
- Llevar a término el desmantelamiento del aparato represivo y el juicio y castigo a todos los responsables del la genocidio única manera de impedir la reiteración de casos como el de Julio López, de quien pedimos aparición con vida.
- Recuperar los recursos naturales, principalmente ligados a la minería y la energía.
- Impulsar una mayor revitalización del papel del Estado,que abarque no sólo las áreas sociales sino áreas estratégicas de la economía nacional: industrias naval, aeronáutica, atómica, energéticas, etc.
- Devolver a manos del Estado los servicios esenciales como transportes y comunicaciones.
- Privilegiar con sentido estratégico la inversión nacional y estatal para sostener el crecimiento y eludir el corset de hierro de la inflación.
- En materia agropecuaria son necesarias políticas que beneficien al pequeño y mediano productor diferenciándolo de los grandes terratenientes que están obteniendo fabulosas ganancias.
- Promover el avance protagónico del Estado en la lucha contra la desocupación y la marginación, como aspecto principal de la política de redistribución de los ingresos.
- Impulsar una profunda reforma impositiva para terminar con la regresividad y el cumplimiento a rajatabla de la legislación antimonopólica.
- Mantener la defensa denodada de la política latinoamericanista, en busca de un destino común, una unidad sin exclusiones y la conquista de un nuevo polo político y económico de gravitación mundial para nuestra Patria Grande.

Algunos firmantes: Norberto Galasso, Marcelo Frondizi, Doris Carpani, Esther El Kadri, Alfredo Ferraresi, Laura Bonaparte, Julio Cèsar Urien, Carlos Oviedo, Jorge Quito Aragon, Carlos Pellegrini, Lido Iacomini, Julio Fernández Baraibar, Carlos Flaskamp, Dante Rubio, Nèstor Corsini, Horacio Chitarroni, Germàn Ibañez, Marcela Colcerniani, Lorena Pokoik Garcìa, Raùl Isman, Carlos Berman, Alejandro Kacero, Oscar Anzorena, Angel F. Schejman, Carlos Indio Mugica, Guido Cháves, J.Guillermo Varela, Nahuel Beibe, Kongo Bermúdez, Ernesto Salas, Alberto J. Franzoia, Gustavo Battistoni, Carlos Chávez, Graciela Goremblit, Alejandro López, Adelma Manna, Franco Agustín Lucietto, Facundo Cersósimo, Fernando Salvande, Ruben Fanesi, Martin Ayerbe, Ignacio Rojo, Maria Otheguy, Ricardo Gabriel Banegas, Ana Laura Petrone, Ariel Scala, Abel Diez, Carmen Curatola, Luis Maria Piana, Pablo Gòmez, Diego Tubío, Liliana Valverde, Zulma Vieira, Julio Cesar Ciccone, Juan Carlos Santamaría, Miguel La Blanca , Luis Suppa, Hilda Carmen Ventrice, Rocío Abad, Federico Tartabini, Manuela González, Carolina Gomez Fonseca, Matias Balogh Kovacs, Carmen Varela, Joaquín Ramírez, Miriam Garcia, Norberto Beto Caruso, Daniel Cardozo, Marcial Rojo, Carlos Alberto Pato Corrales, Javier Oscar Lencina, Ricardo Guiamet, Pablo Rocha, Luis Leonardo, Ricardo Krakowiak, Nicasio Frias, Marcos Schmeling, Laura Tamburrino, Francisca Torres Almada, Maria Mugica, Ezequiel Bonafede, Silvia Sánchez, Nicolás Cesare, Verònica F. Valverde, - Agrupación Envar El Kadri – Peronismo Revolucionario- Frente Barrial 19 de Diciembre - Casa Popular de los Trabajadores –Revista Desafíos – Movimiento Popular 29 de Mayo- Escuela Jorge Enea Spilimbergo - Ctro.Cult.E.S.Discèpolo -Foro Intergeneracional - C. C. El Refugio (Banfield) -Partido Democracia y Liberación, C.C. Homero Manzi,

FELIZ DÍA DE LA MADRE

jueves, 18 de octubre de 2007

1945 – 17 de octubre – 2007

Eran aquellos gauchos de Güemes que pararon el avance de los godos en nuestra frontera norte.
Eran aquellas montoneras federales que le ponían freno a la entrega de la oligarquía porteña.
Eran aquellos “chusmas” cívicos radicales que quebraban el proyecto para pocos de la Generación del ´80.
Era “el subsuelo de la Patria sublevado” como bien lo describió Raul Scalabrini Ortiz.
En aquel inolvidable 17 de octubre, los humildes, los desposeídos, los descamisados, los “grasitas” de Evita, ganaron la calle para pedir por un coronel que desde un olvidado rincón del Estado (la Secretaría de Trabajo y Previsión) les había indicado el camino de la dignidad de los trabajadores.
Desde el Peronismo Revolucionario conmemoramos una vez mas lo que es para nosotros el hito mas importante en la historia de los trabajadores y el pueblo.
No lo hacemos desde el mero recordatorio histórico sino desde la convicción que el ejemplo de aquellos hombres y mujeres del ´45 es hoy en día lo que nos guía y fortalece en la conquista de la definitiva Liberación de nuestra Patria.
AGRUPACIÓN ENVAR EL KADRI
PERONISMO REVOLUCIONARIO

RECLAMAMOS VERDAD Y JUSTICIA PARA SERGIO GALLO

Este VIERNES 19/10 12 hs CORTE TOTAL en PERITO MORENO Y CRUZ

En la madrugada del domingo un grupo de jóvenes se encontraba en un club barrial de Bajo Flores en una fiesta para recaudar fondos para un viaje de egresados, cerca de las 5.30 en la puerta del lugar apareció un vecino de nombre Héctor "Ballena" Valle, al grito de "me tienen podrido negros de mierda", saco un arma y sin mediar mas palabra disparó en el cuello de Sergio Gallo que muríó desangrado antes de llegar al Hospital Piñeiro

Sergio tenía 16 años estaba terminando el colegio secundario y realizaba tareas comunitarias en el comedor Mate Cosido, era muy apreciado por vecinos, docentes y amigos por su solidaridad y su compromiso para ayudar a los demás.

"Sospechosamente" el asesino logró fugarse, cuando en el momento del hecho la policía lo tenía reducido, el arma nunca apareció y un auto de su propiedad también desapareció del lugar. Los agentes de la comisaria 34 limpiaron la escena del crimen borrando las evidencias del asesinato como hace 5 años hicieron con Ezequiel Demonty luego de arrojarlo al Riachuelo.

Lo mas grosero fue cuando la mañana del martes en medio del dolor de los amigos y familiares, "fuentes policiales" hicieron circular en los medios de comunicación una versión que acusaba a los chicos de haber intentado robar el auto y la vivienda de Valle, versión totalmente falsa y malintencionada que fue rápidamente rebatida por la mamá de Sergio y por vecinos, docentes, amigos y compañeros que declararon lo sucedido ante las cámaras de televisión.

Este viernes a las 12 cortamos Perito Moreno y Avenida Cruz para reclamar verdad, justicia y que aparezca el asesino de Sergio.

María Cisterna (mamá de Sergio Gallo) : 156-849 2901
Nicolás Gaudino (Coord. juvenil del comedor Mate Cosido) : 156-252 9092

miércoles, 17 de octubre de 2007

17 de octubre de 1945

EL 17 DE OCTUBRE DE 1945

Los trabajadores irrumpen en la Plaza de Mayo reclamando la presencia de Perón.

A la noche, Perón, ya liberado, habla a la multitud desde el balcón de la casa de gobierno. Los jefes militares opositores al Coronel son desplazados. El Presidente ratifica que habrá elecciones libres. Opiniones de diversos políticos e intelectuales sobre esa jornada histórica.

A la misma hora en que Juan se acomoda en una suite de un piso alto, habitualmente destinada al capellán del Hospital Militar Central de la calle Luis María Campos, los trabajadores se ponen en marcha para concretar una jornada histórica.

A las 7, - informa la policía - en Brasil y Paseo Colón fueron obligadas a dispersarse alrededor de mil personas que venían desde la provincia de Buenos Aires y se dirigían hacia Casa de Gobierno. Poco después, se conoce la información de que el ferrocarril del sur ha dejado de funcionar, y que se encuentran los trenes detenidos por los trabajadores en Gerli y Lanús. A las 8 y 30, es disuelta una manifestación en el cruce de Independencia y Paseo Colón. A las 8 y 40, alrededor mil quinientas personas se concentran en Plaza de Mayo.

A las 9, por Alsina hacia el oeste, va una columna estimada en cuatro mil trabajadores. A las 9 y 30, es dispersada una numerosa concentración reunida frente al Puente Pueyrredón, del lado de la provincia.

Se estima que alcanzaría aproximadamente a diez mil personas. A esa hora, las fuerzas de seguridad levantan los brazos del puente para impedir el acceso de los manifestantes a la Capital, pero rato después se bajan, facilitando el paso.

A las 10 se disuelve una manifestación de cuatrocientas personas en México y Azopardo, mientras se informa que algunos manifestantes han logrado cruzar el puente sobre el Riachuelo y que una columna de diez cuadras avanza por la calle Montes de Oca hacia el centro.

“En esa mañana del 17 de octubre - recuerda Arturo Jauretche - vino a verme un dirigente de Lanús,Pedro Arnaldi, obrero de la construcción, artesano especialista en chimeneas de casas-habitación. Serían las 9 y 30 de la mañana. Entra y me dice:

- Doctor, nos venimos todos al centro.
- ¿Quiénes?

“Nosotros, todos, los obreros, los bolicheros, la gente del barrio, los maestros de escuela, todo el barrio se viene al centro. Porque ya no hay más radicales, no hay más conservadores, no hay más socialistas. Hay peronistas. La gente está con Perón y no hay más remedio. O Perón o la oligarquía”.

- ¿Qué hago, doctor? -. Le dije:

-¡Agarrá la bandera y ponete al frente!...

Así empezó esa marcha increíble, gente que vino desde La Plata, columnas que venían a pie, desdé todos los ángulos...

Pedro Arnaldi, que movía treinta votos en Gerli, pasó el Puente Pueyrredón con su bandera al frente de diez mil almas...” (*2)

“Y en todas las provincias se producía el mismo fenómeno (...) Aquello era el enfrentamiento entre la Argentina desconocida y la Argentina conocida. El 17 de octubre fue una Fuenteovejuna, nadie y todos lo hicieron. (*3)

A mitad de mañana, algunos grupos de trabajadores reclaman frente al Hospital Militar. Exigen ver a Perón, quieren constatar que se encuentra bien. Ante la insistencia, se les pide que designen cuatro delegados, quienes logran ingresar al Hospital, pero finalmente la entrevista no es autorizada.

Mientras, las radios informan que se está generalizando la huelga, no obstante que la CGT ha decidido el paro para el día 18.

Según las informaciones que se difunden, ya han parado los trabajadores de Noel, Alpargatas, Dodero, Klockner, Cristalería Papini, Frigoríficos de Zárate y de Berisso, líneas ferroviarias, a lo cual se agregan los paros ya decididos desde días anteriores, en Tucumán, Chaco, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y San Juan.

La policía comunica, a su vez, que por la avenida Asamblea, en dirección hacia la Av. La Plata, marcha un grupo de cuatrocientas personas, y que en Bernardo de Irigoyen, avanza hacia Av. de Mayo una gran columna que se estima en veinte mil trabajadores.

En Plaza Miserere se organiza una concentración numerosa que domina la calle Rivadavia y toma camino hacia el río.

Leopoldo Marechall recuerda así:

"Me llegó desde el Oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia donde yo vivía; e! rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y en seguida, su letra:

Yo te daré / te daré, patria hermosa / te daré una cosa / una cosa que empieza con P / Perooooón. Y aquel “Perón” resonaba periódicamente como un cañonazo.

Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo hacia la Plaza de Mayo. Vi, reconocí y amé a los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina invisible que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar a sus millones de caras concretas
y que no bien la conocieron, les dieron la espalda. Desde aquellas horas, me hice peronista.

Asimismo, a las 11, cuarenta empleados de la Corporación de Transportes sacan los camiones y con banderas se dirigen hacia el Centro.

Al mediodía, la policía vuelve a dispersar a grupos de manifestantes que se habían concentrado en Plaza de Mayo. Perdí gran parte de la movilización que tomó rumbo ahora hacia Palermo, en busca del Hospital Militar.

Por Las Heras, en dirección a Plaza Italia, una columna de varias cuadras, que engrosa permanentemente, levanta cánticos y consignas exigiendo la liberación del coronel Perón.

A la misma hora, dos sindicalistas ferroviarios, Florencio Soto y Juan A. Caru obtienen autorización para una breve entrevista con Perón.

Apenas liberado, Mercante también concurre a entrevistarse con Perón, con quien almuerza cambiando impresiones acerca de los sucesos en curso.

Los organismos de seguridad informan que “desde el mediodía, una marejada humana se volcó por diversas arterias en dirección al Hospital Militar Central, al grito de -¡Perón!, ¡Perón!-. Luego se detuvieron frente a ese nosocomio, condensándose allí el grueso de la columna y desbordando hacia calles adyacentes”.

Cuenta Scalabrini Ortiz:
"Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes iban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los Talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones de acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas... Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de tambo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el peón.
Era el subsuelo de la patria sublevado.
Era el cimiento básico de la nación que asomaba"
A esa hora, FORJA ya ha dado un comunicado en el que sostiene que “en el debate planteado en el seno de la opinión, está perfectamente deslindado el campo entre la oligarquía y el pueblo y que, en consecuencia, expresa su decidido apoyo a las masas trabajadoras que organizan la defensa de sus conquistas sociales. Patria, Pan y Poder al Pueblo.

La policía informa que alrededor de dos mil personas marchan por la calle Corrientes hacia el centro. En Plaza de Mayo son dispersados grupos de manifestantes, siendo las 12 y 30. Una hora después, aparecen nuevamente trabajadores en Plaza de Mayo, y resultan vanos los esfuerzos policiales por despejar la zona.

Sin embargo, no se trata, a esa hora, de miles de concurrentes en la plaza histórica, como se ha afirmado erróneamente más de una vez. La concentración importante, en ese momento, se produce ante el Hospital Militar, y recién después de las 15 crece la concentración popular en Plaza de Mayo.

En esos momentos, el coronel Gemetro - devoto del orden - le sugiere a Ávalos:

“General, si a esa gente no la para la policía, lo podemos hacer nosotros con unos pocos hombres”

“Quédese tranquilo, Gemetro, no va a pasar nada” - contesta Ávalos -. “Todo lo que la gente quiere es ver a Perón, saber que Perón está bien. Después se irán como vinieron”

La actividad comercial e industrial se halla paralizada desde las primeras horas de la mañana.

“Yo estaba en mi casa, en Santos lugares - recuerda Ernesto Sábato - No había diarios, no había teléfonos, ni transportes. El silencio era un silencio profundo, un silencio de muerte. Y yo pensé para mí: esto es realmente una revolución. Era la primera vez en mi vida que asistía a un hecho semejante. Por supuesto, había leído sobre revolución.

Todos tenemos, en general, una idea literaria y escolar de lo que es una convulsión de esa naturaleza. Pero es una idea literaria, sobre todo en este país, donde la gente ilustrada se ha formado leyendo libros preferentemente en francés. Y todavía hoy, ve con enorme simpatía, cada vez que llega el 14 de julio, en las vitrinas de la embajada francesa, en la calle Santa Fe, un descamisado tricolor tocando un bombo, rodeado por otros descamisados que vociferan y llevan trapos y banderas.

Todo eso les parece muy lindo y hasta de buen gusto, porque está en la avenida Santa Fe, sin comprender que esos hombres allí representados eran precisamente descamisados y que esa revolución, como todas, por otra parte, fue sucia y estrepitosa, obra de hombres en alpargatas, que golpeaban bombos y que seguramente también orinaron, como los descamisados de Perón en la Plaza de Mayo, en alguna plaza histórica de Francia

A mí me conmueve el recuerdo de aquellos hombres y mujeres que habían convergido sobre la Plaza de Mayo desde Avellaneda y Berisso, desde sus fábricas para ofrecer su sangre por Perón.”

“Después del mediodía - testimonia Angel Perelman - la actitud de la policía comenzó a cambiar. Lo notamos en los numerosos vigilantes que perdían su aire de autoridad.

A las 15, vimos pasar un camión de Correos cargado de vigilantes que gritaban, ante nuestra sorpresa: -¡Viva Perón!

La policía había advertido que el orden ya no existía (...) que el poder estaba repartido en varias manos.La crisis del poder liberó los verdaderos sentimientos de los agentes de la tropa, muchos de ellos provincianos y con bajos sueldos. Desaparecida, en el curso de la jornada, la presión jerárquica, los vigilantes se declararon peronistas.

Aproximadamente a las 15 y 30, alrededor de veinticinco sindicalistas mantienen una reunión con Perón, en el Hospital Militar, a la que asisten también el sacerdote Emilio Carreras, Fernando Estrada y Domingo Mercante. “Perón nos pidió que mantuviéramos la calma y realizáramos las manifestaciones con cultura (...) y sin corte de agua, ni de electricidad”.

Aunque algunos ensayistas otorgan poca importancia a esta entrevista, lo cierto es que a partir de esa hora comienza a intensificarse la afluencia de público hacia Plaza de Mayo.

Por diversas arterias, como cuando los ríos bajan por las montañas, como pequeños hilos de agua, para confluir en torrentes indetenibles, diversas columnas ganan el centro de la ciudad en dirección hacia la plaza histórica”.

“La multitud tomaba los cables del trole de los tranvías - señala Perelman -, los daba vuelta y el mótorman empezaba a manejar el vehículo en dirección inversa. Los manifestantes subían entonces atropelladamente al tranvía, lo ocupaban por entero y se encaramaban a sus techos, mientras que los trabajadores que no habían podido meterse en el vehículo hacían lo mismo con el ómnibus, camión o tranvía siguientes. El sistema de transporte de Buenos Aires adquirió un orden rígido: ese día funcionó en una sola dirección”.

En las primeras horas de la tarde, varias columnas confluyen en Avellaneda, ante el puente ubicado en la unión de las calles Pavón y Mitre. Era una muchedumbre de cincuenta mil personas - sostiene Cipriano Reyes, uno de sus líderes -. Ahí estaban grandes contingentes del frigorífico La Negra, encabezados por su secretario general Ángel Yampolsky, de las fábricas de vidrio de Papini y otras empresas de Temperley, Lomas, Lanús, etc., movilizados por los compañeros Vicente Garófalo, José Calverio, Raúl Pedrera, Helio Mutis y Juan Rodríguez...

Pero - apenas pasadas las 16 - cuando la multitud se apresta a pasar, las pasarelas del puente son levantadas para evitar su paso...

- Vamos por el ferrocarril - gritaron algunos.
-Vamos por el otro puente...

En esos momentos se produce un hecho insólito. A orillas del Riachuelo hay pilas de maderas, troncos y palos de árboles, algunas canoas y pequeños botes viejos abandonados: los más audaces manifestantes se lanzan al agua abrazados con una mano a esos troncos y tablones, o asidos a los bordes de los botes y remando con la otra mano, tratan de cruzar a nado (...) Aquello fue un espectáculo maravilloso (...) (*14).

Esa tarde del 17 de octubre me tocó protagonizar un episodio importante... Los puentes sobre el Riachuelo habían sido levantados... Entre otros, Enrique Fontán y yo... solicitamos al teniente coronel Benito, quien ocupaba las tres carteras del gobierno, que se bajaran los puentes... Este consultó con el interventor, Gral. Francisco Sánez y al rato regresó con la respuesta afirmativa... Después, supe que Benito había sido compañero de Perón en el Ministerio de Guerra y que Sáenz había formado parte del “GOU" (*15).

“Es un misterio quién subió el puente - declara Cipriano Reyes - y quién lo bajó (...) Y cuando lo bajaron, pasamos, y del otro lado estaban los cosacos, esperando con la caballería. Hubo una descarga cerrada. Nos miramos: habían tirado al aire. Entonces, atropellamos. Entonces, la policía dijo:

- Larguen, larguen, quién ataja esto - y se fueron... Nosotros seguimos por Montes de Oca y por otras calles. “ (*16).

“Pasamos como balazo - recuerda Juan Carlos Giadas - (...) y anduvimos gritando y qué se yo (...) Era un enloquecimiento tremendo. Nos abrazábamos y gritábamos como locos (...) fue muy lindo. Una muchedumbre así, que estaba motivada, a medida que crece el entusiasmo se va enloqueciendo cada vez más. Decíamos que había que dar la vida por Perón y fue algo que emocionaba y contagiaba el sentimiento: mucha gente lloraba (...) (*17).

Entre la gente más combativa de esa columna, se destaca María Roldán, delegada de los trabajadores del frigorífico, quien rato antes había dado un fervoroso discurso delante de la Casa de Gobierno de
La Plata.

“Era un espectáculo asombroso - recuerda José Enrique Miguens -. Buenos Aires nunca había visto una cosa así. La ciudad, en esa época, era muy formal en el vestir, todo el mundo en el centro andaba de saco y corbata, con trajes de colores oscuros, y todos con sombrero o rancho, y la gente grande alguna que otra gorra, de esas con alambre adentro que le daban forma, pero nadie andaba con la cabeza descubierta. Hasta los trabajadores y artesanos que caían al centro a hacer algún trabajo, venían de saco y corbata para diferenciarse de los malevos haraganes que con el saco usaban el lengue... Los sociólogos sabíamos que en los últimos años se había concentrado más de un millón y medio de obreros industriales en los alrededores de la Capital, pero eso era solo un número, nadie los había visto.

Y de pronto comenzaban a aparecer desde todas las calles, muertos de cansancio y de sed, arrastrando los pies, miles y miles de patéticos personajes. Hombres y chicos en alpargatas, con la cabeza descubierta, con pantalones muchos de ellos desflecados y camisas abiertas por el calor, mujeres con chicos en brazos con camisolas largas sin ninguna forma de vestido (...) Iban primero a la elegante fuente que adorna la Plaza de Mayo a meter en el agua los pies destrozados por kilómetros de caminata y después se iban tirando en el suelo, a descansar, en cualquier lugar. (*18).

Hubo, sin embargo, quienes quedaron al margen de la movilización:

- “Nosotros no participamos del 17 de octubre - recuerda, con pesar, un dirigente gremial del Partido Comunista -.Los metalúrgicos que nosotros controlábamos trabajaron... el 17 de octubre. No lo entendimos, no seguimos a la masa y nos costó muy caro...” (*19)

“Según un periodista, se trata de algo más grave aun que la desvinculación del movimiento de masas: “A las 13, el ministro de Marina había rechazado un ofrecimiento de dirigentes comunistas para que obreros armados de esa tendencia enfrentasen a los trabajadores peronistas”. (*20)

“Por el Puente Uriburu, vieja barriada de Puente Alsina - vuelve a recordar Cipriano Reyes -, entraban las huestes de los frigoríficos Wilson y "La Blanca", organizados por los compañeros Enrique Dellabusca, Francisco Díaz, Juan Chaín y Narciso Rodríguez... Por el puente Nicolás Avellaneda ingresaban trabajadores de los frigoríficas, de Luz y Fuerza y otros gremios organizados por los compañeros José Presta, José García, Enrique Novoa y otros... Por el norte, llegaban las concentraciones de Vicente López y Olivos que iban primero hacia el Hospital Militar, con sus delegados y activistas como Hilario Salvo, Federico Helweis, Ramón Montenegro y Víctor Visca” . (*21).

Uno que va al frente de una columna, lleva un letrero que dice: “Los que estén con Perón, que se vengan al montón”, Desde otro lado, vocean: “Piantate de la esquina, oligarca loco / que el pueblo no te quiere / y Perón tampoco.” (*22).

El embajador inglés recuerda:

“En las primeras horas de la mañana del 17 de octubre los gerentes de los ferrocarriles ingleses vinieron a decirme que se había declarado una huelga espontánea, sin organizadores conocidos, en todos los ferrocarriles, de modo que Buenos Aires estaba aislada. En la tarde de ese día, decidí que era necesario ir a la Casa Rosada, para decirle al único ministro que quedaba - el ministro de Marina - que debía asumir la responsabilidad de proteger los ferrocarriles. Debo confesar que asimismo me impulsaba una enorme curiosidad por saber qué estaba pasando.

Al acercamos a la Casa Rosada, vimos que la plaza estaba atestada de “descamisados”, alrededor de la Casa Rosada había un cordón de Policía Montada, pero no hacían esfuerzo alguno por impedir el paso de la gente ni se metían para nada con la multitud. El chofer quería retroceder y tuve que insistir para que siguiera adelante a muy poca velocidad.

“Tal como lo había esperado, la multitud nos dio paso no bien vio la bandera inglesa, contentándose con gritar en forma amistosa: -¡Viva Perón! ¡Abajo Bramen”. (*23).

Esa insólita irrupción de los desconocidos deja perpleja y, al mismo tiempo, aterrorizada a la clase alta.

Blanca Luz Brum testimonia:

“Las barriadas peronistas hasta entonces no habían conocido el centro de la ciudad de Buenos Aires, las elegantes avenidas donde se aislaba la soberbia aristocracia vacuna, la cual, detrás de aquellos muros, se preguntaba aterrada: - y estos 'grasas', ¿son también argentinos? ¿Dónde estaban? Nunca se habían visto antes... ¿De dónde viene esta chusma?” (*24).

“Recuerdo muy bien el llamado de mi tía Chichita - testimonia Magdalena Ruiz Guiñazú -. Vivía en la calle Lavalle, entre dos cines, muy cerca de la Plaza de Mayo, y pensaba que la iban a matar. (*art.24).

Años después, un joven periodista se preguntaba: “¿Cuántas veces en su historia tuvo miedo nuestra oligarquía? Tal vez allá por el novecientos, cuando conmovían al país las primeras huelgas generales y el coronel Falcón caía despedazado por una bomba anarquista. Tal vez, en 1919, cuando las calles de Buenos Aires recogieron la sangre de la Semana Trágica. Pero fue siempre un miedo confiado, que no minaba aun la sensación de seguridad en que vivía la vieja Argentina.

La agitación social tenía sus límites, fijados por una industrialización aun incipiente y una clase obrera demasiado escasa para conmover los cimientos del país. Lo que ocurría era preocupante, pero no desbordaba las defensas policiales del sistema. Miedo de verdad era, en cambio, el que había sobrecogido a las casas patricias aquel 17 de octubre. La ciudad había sido invadida y domada por muchedumbres más temibles que el rubio proletariado del Centenario. Y esta vez, misteriosamente, la policía estaba con ellas. (*26).

El lenguaje frío de las estadísticas comprueba ese miedo: la cantidad de suicidios producidos en la clase alta, en la ciudad de Buenos Aires, alcanza - entre 1936 y 1945 - un promedio de veinticinco por año, mientras que la cifra correspondiente a este año del 17 de octubre alcanza a treinta y siete, es decir, un 50 % mayor. ¿Cómo no habrían de estremecerse, entonces, los poetas exquisitos?

“Usted no sabe lo que fue eso, horrible. Algo tremendo, opina Borges en una ocasión (*27). Y en otra, comenta: Yo estaba avergonzado e indignado. Eso es, indignado y avergonzado”. (*28).

“Era un sector numeroso del pueblo, el de los resentidos, el de los irrespetuosos - escribirá Ezequiel Martínez Estrada -, individuos sin nobleza... turba... populacho... horda... recogida con minuciosidad del hurgador en los tachas de basura, residuos sociales... hez de nuestra sociedad... chusma... pueblo miserable de descamisados y grasitas, desdichado pueblo que ha perdido el respeto... nuevo tipo étnico de - cabecitas negras y peloduro”. (*29).

“Ese día, me encontraba en un domicilio privado - relata el socialista América Ghioldi -, siguiendo los acontecimientos que habían sido desencadenados desde arriba. Comprendí entonces que se iniciaba un largo y doloroso período, que quienes habían planeado lo que se llamaba - la revolución en el Ejército - habían logrado desencadenar un movimiento de masas que acompañaría a la dictadura. Con el caer de la tarde, la tristeza me dominó. (*30).

Un sindicalista del mismo partido, Francisco Pérez Leirós, señala: “estaba en París representando a los trabajadores libres de la Argentina... Si hubiera estado en Buenos Aires, hubiera propuesto un paro general contra los totalitarios... Claro que sí, contra Perón, mejor, contra el peronismo.(*31).

-¿Cómo? - se preguntaban los figurones de la oligarquía, azorados y ensombrecidos -, ¿pero es que los obreros no eran esos gremialistas juiciosos a quienes Juan B. Justo había adoctrinado sobre las ventajas de comprar porotos en las cooperativas?, dirá cáusticamente, años más tarde, Jorge Abelardo Ramos (*32).

La escritora María Rosa Oliver muestra asombro ante ese mundo ignorado:

-A las tres de la tarde, mientras esperaba un taxi frente al Plaza Hotel, ví llegar gente que formaba un largo pero raleado desfile. No solo por los bombos, platillos, triángulos y otros improvisados instrumentos de percusión que, de trecho en trecho, los preceden, me recuerdan las murgas de carnaval, sino también por su indumentaria: parecen disfrazados de menesterosos. Me pregunto de qué suburbio alejado provienen esos hombres y mujeres casi harapientos, muchos de ellos con vinchas que, como a los indios de los malones, les ciñen la frente, y casi todos desgreñados. O será que el día gris y pesado, o una urgente convocatoria, les ha impedido a estos trabajadores tomarse el tiempo de salir a la calle bien entrazados y bien peinados, como es su costumbre. O habrán surgido de ámbitos cuya existencia yo desconozco.

Su paso un tanto lento denota que ya han caminado mucho. También parecen algo cansadas las voces que vivan a Perón. (*33).

Sin embargo, a pesar de! pánico de los privilegiados, - lo que movilizó a aquellas masas hacia Perón no fue el resentimiento, fue la esperanza (...) No rompieron una vidriera y su mayor crimen fue lavarse los pies en la Plaza de Mayo, provocando la indignación de la señora de Oyuela, rodeada de artefactos sanitarios. (* 34).

“En aquella marcha - señala Blanca Luz Brum - no recuerdo haber visto rostros que reflejaran odio ni venganzas era la verdadera fiesta del alma de las multitudes, con un sentido profundo y sereno de justicia: obtener la liberación de su líder”. (*35). Con gran honestidad y lucidez, una mujer de la clase alta escribe:

“Era la turba tan temida. Era - pensábamos - la gente descontenta (...) ¡Y cómo no había de estarlo? Con el antiguo temor, nuestro primer impulso fue el de cerrar los balcones. Pero al asomamos a la calle, quedábamos en suspenso... Pues he aquí que estas turbas se presentaban a nuestros ojos como trocadas por una milagrosa transformación. Su aspecto era bonachón y tranquilo. No había caras hostiles, ni puños levantados... No se pedía la cabeza de nadie. Solo querían ver y oír al que consideraban su jefe. Exigían, tal vez, la prolongación de ese poco de justicia social que la clase trabajadora creía haber hallado en él. (*36).

Mientras, en un piso alto del Hospital Militar, Juan, en pijama, recibe información de lo que ocurre y espera el desarrollo de los acontecimientos. Desde la ventana, ha apreciado la importancia y el fervor de los trabajadores que rodean el nosocomio.

Sabe, asimismo, que la marea popular tiende a trasladarse hacia Plaza de Mayo al difundirse rumores acerca de su probable presencia en Casa de Gobierno. Conoce, también, por diversos camaradas que se han acercado a verlo cuál es el estado de opinión en el Ejército, especialmente en el interior del país e incluso en Campo de Mayo, donde la gran mayoría de los oficiales nacionalistas lo ven ahora con simpatía, como el único jefe que puede impedir la vuelta a la época oligárquica, esa vuelta de los viejos regiminosos, de la mano de Juan Álvarez, facilitada por la estupidez de Ávalos... Pero aun no es la hora, piensa Juan.

Esta táctica paciente es aceptada por los hombres más experimentados, pero impugnada, en cambio, por otros más impulsivos. Por ejemplo, el padre Hernán Benítez: “Hasta mediodía me la pasé azuzando a los muchachos en la calle para la patriada de la noche. Desde mediodía en adelante traté con muchos peronistas de la primera hora - casi todos pateados después por Perón - de persuadir a este de que el levantamiento del pueblo estaba apoyado por otro levantamiento de los cuarteles, de esa misma tarde, contra Avalos.

Tratábamos de que, convencido Perón de esos dos levantamientos, el popular y el militar, se levantara él también. Fue levantar a Perón lo que más nos costó aquella tarde. Porque Perón no es Fidel Castro. Fidel Castro lleva. A Perón hay que llevarlo” (*37) .

Han pasado ya las 16, cuando, ante el crecimiento de la concentración popular, el presidente Farrell envía a algunas personas de su confianza para que conversen con Perón y busquen la salida a la crisis, entre ellos el brigadier Bartolomé de la Colina y el general Pistarini. Asimismo, Armando Antille, radical yrigoyenista que viene colaborando con el gobierno militar, se convierte en uno de los hombres de mayor confianza de Farrell para llegar a un entendimiento con Perón.

En el Hospital Militar, “estábamos allí con él -testimonia Lucero-, sus amigos de las buenas y malas horas, los que siempre hemos comprendido el significado del honor y el alcance de su patriótica misión”.

En el Hospital Militar,“estábamos allí con él -testimonia Lucero-sus amigos de las buenas y malas horas,los que siempre hemos comprendido el significado del honor y el alcance de su patriótica misión” (*40).

La rechifla generalizada frustra el intento. Minutos después, Eduardo Colom, el director de La Época, obtiene autorización del Gral. Avalos para dirigirse a la muchedumbre, con el encargo de intentar su desconcentración.

Colom pronuncia unas pocas palabras ante el griterío general y comprendiendo que será inútil intentar disuadirlos, les anuncia a los trabajadores que Perón estará libre muy pronto y que él mismo irá a buscarlo al Hospital Militar, para lo cual se retira del balcón, ante el ceño adusto de Ávalos.

A medida que transcurre el tiempo, este general va comprendiendo que los trabajadores se han adueñado de la plaza, no quieren escuchar a nadie que no sea Perón, están dispuestos a mantener la huelga general y a quedarse allí todo el tiempo que sea necesario hasta que aparezca el coronel.

“Era el cimiento básico de la nación que asoma, como asoman las épocas pretéritas de la tierra, en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nuestra idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente, en su primordialidad, sin reatos y sin disimulo. Era el de nadie y el sin nada, en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía (...) Eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban su tarea de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo”. (* 41). (Raúl Scalabrini Ortiz)

“No puedo olvidar, personalmente, el rostro jubiloso de Nicolás Olivari, en Plaza de Mayo, el 17 de octubre de 1945, confundido entre los demás rostros eufóricos y anónimos del pueblo. (* 42).

"Éramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía. Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río”. (* 43).

“Ya se hacía evidente que el gobierno quería parlamentar con Perón - testimonia el capitán Russo - Recuerdo que entonces Perón me dijo textualmente: “Ha llegado el momento de aprovechar la debilidad del enemigo” (* 44 ).

Hacia el atardecer, Antille mantiene una conversación con Farrell en la Casa de Gobierno y vuelve al Hospital Militar, acompañado de Hortensio Quijano y el comodoro Edmundo Sustaita.

Allí acuerdan con Perón que el Gral. Ávalos se traslade al Hospital Militar. Rato más tarde, Perón y Ávalos vuelven a conversar, después del gravísimo desencuentro suscitado entre ambos. Presumiblemente, el jefe de Campo de Mayo busca alguna excusa para explicar su desafortunada conducta y, asimismo, informa acerca de los últimos cambios operados en la guarnición de Campo de Mayo. Perón rememora que, en esa oportunidad:

“Ávalos me expresó sus deseos de que yo hablara al pueblo para calmarlo e instarlo a que se retirara de la Plaza de Mayo”. (*45).

Los vespertinos de ese día 17 - con excepción de La Época - expresan a los viejos intereses dominantes. La Razón informa que “numerosos grupos, en abierta rebeldía, paralizaron, en la zona sur, los transportes, y obligaron a cerrar fábricas, uniéndose luego en manifestación”.

Publíca, asimismo, una declaración del Partido Comunista de la provincia de Buenos Aires, donde se denuncian “Los desmanes de elementos peronistas de Cipriano Reyes y demás aventureros a sueldo de la Secretaría de Trabajo, que en bandas armadas han ido provocando a la población y obligando a los obreros a hacer abandono de sus trabajos. Tales hechos han sido denunciados al ministro de! Interior general Ávalos por este comité” (* 46).

En cambio, un dirigente comunista - Juan José Real - testimonia que el día 17 estuvo frente a puente Barracas con el obrero metalúrgico Ángel Ghersi:

“Estaban allí, contemplando la puja de los obreros por pasar el puente, un grupo de intelectuales. Uno de ellos, médico de algún renombre, dijo: ”Esto se arregla con un par de ametralladoras”.

Arrebatado de indignación, mi amigo exclamó: “ Eso no, compañero. ¡Eso nunca!”. Regresamos y durante el resto del día y del día siguiente, mi amigo y camarada guardó silencio. ¡Estábamos del otro lado de la barricada! (*47).

Después, agrega: “El pensamiento socialista había quedado paralizado. Al principio, vio en aquella muchedumbre bandas de desclasados, luego a una juventud obrera inexperta, arrastrada por un demagogo diabólicamente hábil (...) Cuando luego de algunos años intenté, débil y aun confusamente, rectificar esos juicios, fui expulsado del Partido Comunista. (*48).

Por su parte, Crítica aparece con grandes titulares, tipo catástrofe: “Grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de intimidar a la población”. (* 49). Más abajo, comenta: “En varias zonas de Buenos Aires, los grupos peronianos cometieron sabotaje y desmanes” (* 50) .

Ya es de noche cuando Ávalos regresa a la Casa Rosada. Angustiosos cabildeos configuran el cuadro de ese grupo de uniformados, entre los cuales se mueven algunos civiles, que vanamente intentan tranquilizar a la inmensa masa humana que ruge frente a ellos y que desatiende sus llamamientos.

El reclamo prosigue incesante: “¡Queremos a Perón! ¡Queremos a Perón!”

Eduardo Colom testimonia: “En el balcón grande, donde estaban Ávalos, Vernengo Lima, Farrell y otros militares, el ministro de Guerra trató de hablar a la gente, pero Vernengo Lima le dijo: - Está cometiendo una grave error, esto hay que disolverlo a balazos y va a ser difícil, hay mucha gente.

Avalos le respondió: -Que decida el general Farrell si se va a hacer fuego o no contra la multitud.-

El general Farell afirmó que él no va a tirar contra el pueblo. El ministro de Marina insistió, explicando que las ametralladoras están en el techo: - Si tiramos al aire, se van a ir. Pero el Presidente se mantuvo inconmovible: - No, señor. No se hace ningún disparo. La gente puede morir por el pánico. Yo no autorizo nada. (* 51).

Alrededor de las 21, en momentos en que e poder de Avalos y Vernengo Lima se está derrumbando, llega a la Casa de Gobierno el Dr. Juan Álvarez, con el listado de los hombres de doble apellido con quienes ha conformado el gabinete. Esta vez la oligarquía ha llegado demasiado tarde a la cita con la historia.

Antille, según una versión (Coloffi, según otra) ya ha salido hacia Palermo, enviado por Farrell, para requerir de Perón cuáles serían las condiciones para restablecer la normalidad y desconcentrar a los manifestantes. Desde el Hospital Militar, el coronel, en pijama, impone ahora condiciones:

“Primero, que Vernengo Lima se mande a mudar; segundo, que la Jefatura de Policía la ocupe Velazco; tercero, que lo busquen a Pantín y lo pongan al frente de las fuerzas de mar, y que Lucero se haga cargo del Ministerio de Guerra. Además, hay que traer inmediatamente a Urdapilleta, que está en Salta, para que se haga cargo del Ministerio del Interior. Esas son mis condiciones. (*52).

Los emisarios de Farrell vuelven a Casa de Gobierno con esta respuesta, decidiéndose una reunión entre Perón y Farrell, un rato después, a realizarse en la residencia presidencial. Al mismo tiempo, los altoparlantes anuncian a la multitud que aproximadamente a las 23, el coronel Perón dirigirá la palabra al pueblo.

Así, mientras el Presidente abandona la Casa de Gobierno para dirigirse a la residencia, Juan (después de hablar por teléfono con Eva, según señala Luna) se viste con ropa de civil y acompañado de dos ayudantes militares y del Dr. Mazza, sale del Hospital Militar por una puerta trasera. Todos ellos suben a un automóvil que pasa a manejar el Dr. Mazza, y se encaminan hacia el encuentro con el general Farrell.

Esta reunión la relata Perón de la siguiente manera, aunque erróneamente la sitúa en la Casa de Gobierno:

Me dijo Farrell:

-Bueno, Perón, ¿qué pasa?-.
Yo le contesté: Mi General, lo que hay que hacer es llamar a elecciones de una vez. ¿Que están esperando? Convocar a elecciones y que las fuerzas políticas se lancen a la lucha...
-Eso está listo -me contestó- y no va a haber problemas-.
- Bueno, entonces me voy a mi casa...

-¡No, déjese de joder! - me dijo y me agarró de la mano -. Esa gente está exacerbada, nos van a quemar la Casa de Gobierno. (* 53).

Mientras Farrell y Perón conversan en la residencia presidencial, Vernengo Lima se aleja precipitadamente de la Casa de Gobierno con la intención de declarar en rebeldía a la Armada. Juzga que el Gral. Ávalos lo acompañará en la intentona y, según un testigo, se despide de él con estas palabras: “Hágase fuerte, mi general, que yo lo haré con la escuadra” (...*54). Pero Ávalos no se halla dispuesto a seguirlo. Se considera vencido y, rato después, al cruzarse con un periodista que le pregunta: “¿Cómo le va general?”, contesta secamente: “¡Y como quiere que me vaya¡ ¡Como la mierda!” (* 55).

Aproximadamente a las 23, Farrell y Perón ingresan a la Casa Rosada. “Venga, hable - me dijo Farell” -, recuerda Perón.

Minutos después, Juan ingresa al balcón y se abre ante su mirada un espectáculo majestuoso mientras una ovación atronadora saluda su presencia. En la noche de Buenos Aires, una inmensa muchedumbre (que algunos estiman en trescientos mil, otros en quinientos mil y el diario La Época en un millón de personas) vibra coreando su nombre: -¡Perooooón!, ¡Perooooón!.

Los diarios encendidos a manera de antorchas resplandecen sobre la negrura nocturna celebrando la victoria. La algarabía popular es indescriptible y esa marea humana proclama una y otra vez: -¡Ar-gen-ti-na! ¡Ar-gen-ti-na!. Farrell y Perón se abrazan, produciendo un nuevo estallido de júbilo popular.

El Presidente intenta vanamente dirigirse a los manifestantes, pero el impresionante griterío no se lo permite. Finalmente, aprovecha un momento de silencio para decir:

“Trabajadores, les hablo otra vez con la profunda emoción que puede sentir el Presidente de la Nación ante una multitud de trabajadores como es esta, que se ha congregado hoy en la plaza. Otra vez está junto a ustedes el hombre que por su dedicación y empeño ha sabido ganar el corazón de todos: el coronel Perón”.

Quiere proseguir pero otra vez los cánticos y los gritos se lo impiden.

El júbilo es indescriptible y después de tantas horas de espera, de tantos kilómetros recorridos, los trabajadores quieren prolongar ese momento de triunfo. Ellos son los protagonistas fundamentales de esa jornada histórica, de ellos es ese 17 de octubre y no hay títulos ni jerarquías mayores que la voluntad del pueblo... Recién minutos después, el Gral. Farrell puede agregar que el gobierno no será entregado a la Corte Suprema, que ha renunciado todo el gabinete y que el coronel Mercante será designado secretario de Trabajo y Previsión. (*56).

Profundamente conmovido, Juan se acerca al micrófono. Él mismo dirá, años después, que era tan fuerte la emoción que lo embargaba ante esa inmensa masa humana que aclamaba su nombre, que no sabía cómo armar su discurso:

“Imagínese, ni sabía lo que iba a decir . Tuve que pedir que cantaran el himno, ¡para poder armar un poco las ideas! (*57). Habían ocurrido muchas cosas desde el día en que renuncié a todo cargo gubernativo, la prisión en Martín García y ese momento en que estaba en el balcón de la Casa Rosada, frente a una impresionante multitud de humildes hombres y mujeres, que aguardaban desde la mañana a que yo apareciese. ¡Ahí estábamos el Pueblo y yo, frente a frente! El Pueblo era todo oídos y yo tenía que ser la voz. Me asaltaban muchas dudas. ¿Qué decir? Detrás de mí, muy próximos a mí, todavía, la prisión, la amargura que provocan las defecciones, actitudes mezquinas propias de pequeños hombres, y ante mí estaba la presencia física de la única y verdadera soberanía: la del Pueblo. Y el Pueblo quería saber. Yo comprendía que la circunstancia era histórica. Una torpeza podría convertida en una anécdota fugaz o en un episodio indigno de sus motivaciones profundas. Fue entonces cuando la intuición vino en mi ayuda: tenía que pedir al pueblo que, previo a todo, entonase las estrofas del Himno Nacional. Fue un coro impresionante por el número de personas y por su solemnidad. La canción patria me centró, me colocó en el exacto lugar del momento en que vivíamos, para decir la palabra precisa, el pensamiento justo. Y hablé. ¡Ese discurso fue el mejor que yo haya pronunciado en toda mi vida! (*58).

-¡Trabajadores! Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino.”

Una larguísima ovación interrumpe su discurso. Cánticos y consignas le impiden continuar. Recién después de unos minutos, retama la palabra:

“Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello, he renunciado voluntariamente al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón y ponerme, con este nombre, al servicio integral del auténtico pueblo argentino”.

Nuevas aclamaciones lo obligan a suspender el discurso, para retomarlo de este modo:

“Dejo, pues, el honroso y sagrado uniforme que me entregó la patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora en el trabajo la grandeza del país”.

Los cánticos populares se reproducen y él debe esperar nuevamente:

“Con esto doy mi abrazo final a esa institución que es el puntal de la patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa inmensa que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino.

Esto es pueblo; esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la madre tierra, al que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la patria, el mismo que en esta histórica plaza, pidió frente al Cabildo que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal porque no habrá perfidia, ni maldad humana, que pueda someter a esta masa grandiosa en sentimiento y en número.

Esta es la verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha a pie durante horas para llegar a pedir a sus funcionarios que cumplan con el deber de respetar sus auténticos derechos”.

Esta referencia hace brotar la pregunta, pues los trabajadores ignoran las vicisitudes sufridas por Perón en la última semana:

“¿Dónde estuvo? ¿Dónde estuvo?”

Juan soslaya toda respuesta - que resultaría comprometedora para quien se halla a su lado, Farrell, y otros jefes militares - y prosigue:

“Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción, pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a
la Nación.

Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo por el que yo sacrificaba mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo traiciona. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclado en esta masa sudorosa, estrechar profundamente a todos contra mi corazón, como lo podría hacer con mi madre.
Desde esta hora, que será histórica para la República, que sea el coronel Perón el vínculo de unión que haga indestructible la hermandad entre el pueblo, el ejército y la policía, que sea esta unión eterna e infinita para que este pueblo crezca en esa unidad espiritual de las verdaderas y auténticas fuerzas de la nacionalidad y del orden, que esa unidad sea indestructible e infinita para que nuestro pueblo no solamente posea la felicidad, sino también para defenderla dignamente.
Esa unidad la sentimos los verdaderos patriotas, porque amar a la patria no es amar sus campos y sus casas, sino amar a nuestros hermanos. Esa unidad, base de toda felicidad futura, ha de fundarse en un estrato formidable de este pueblo, que al mostrarse hoy en esta plaza, en número que pasa del medio millón, está indicando al mundo su grandeza espiritual y material.

Nuevamente, se reproduce la pregunta: “¿Dónde estuvo? ¿Dónde estuvo?”.

Él nuevamente esquiva la respuesta: “Preguntan ustedes dónde estuve. Estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes... No quiero terminar sin enviar un recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros hermanos del interior que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones en todas las extensiones de la patria. A ellos, que representan el dolor de la tierra, vaya nuestro cariño, nuestro recuerdo y nuestra promesa de que en el futuro hemos de trabajar a sol y a sombra para que sean menos desgraciados y puedan disfrutar mejor de la vida.

Ante los nuevos reclamos de que explique qué le ocurrió en los últimos días, intenta concluir el discurso:

“Y ahora, como siempre, de vuestro secretario de Trabajo y Previsión que fue y que seguirá luchando a vuestro lado por ver coronada la obra que es la ambición de mi vida, la expresión de mi anhelo de que todos los trabajadores sean un poquito más felices”.

Pero la multitud insiste:

-¿Dónde estuvo?

Entonces, responde: “Señores: ante tanta insistencia, les pido que no me pregunten ni me recuerden cuestiones que yo ya he olvidado, porque los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos ni respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo” .

Luego, afirma:

“Ha llegado ahora el momento del consejo. Trabajadores: únanse; sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra la unidad de todos los argentinos. Diariamente iremos incorporando a esta enorme masa en movimiento a todos los díscolos y descontentos para que, junto con nosotros, se confundan en esta masa hermosa y patriota que constituyen ustedes. Pido también a todos los trabajadores que reciban con cariño mi inmenso agradecimiento por las preocupaciones que han tenido por este humilde hombre que les habla. Por eso, les dije hace un momento que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido por mí los mismos pensamientos y los mismos dolores que mi pobre vieja habrá sufrido en estos días. Confiemos en que los días que vengan sean de paz y de construcción para el país. Mantengan la tranquilidad con que siempre han esperado aun las mejoras que nunca llegaban. Tengamos fe en el porvenir y en que las nuevas autoridades han de encaminar la nave del Estado hacia los destinos que aspiramos todos nosotros, simples ciudadanos a su servicio. Sé que se han anunciado movimientos obreros. En este momento ya no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido, como un hermano mayor, que retornen tranquilos a su trabajo. Y por esta única vez, ya que nunca lo pude decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son la esperanza más pura y más cara de la patria”.

Otra explosión popular saluda la aprobación dada por el coronel al merecido descanso del día siguiente y desde algunos manifestantes surge la ocurrencia, que será coreada luego por todos:

“¡Mañana es San Perón! ¡Mañana es San Perón!”...

“He dejado deliberadamente para el último recomendarles que al abandonar esta magnífica asamblea lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que ustedes, obreros, tienen el deber de proteger aquí y en la vida a las numerosas mujeres obreras que aquí están. Finalmente, les pido que tengan presente que necesito un descanso, que me tomaré en Chubut para reponer fuerzas y volver a luchar codo con codo con ustedes, hasta quedar exhausto, si es preciso”. (* 59).

Hace un silencio y después de acariciar con la mirada a la inmensa multitud, se despide con estas palabras:

-“Y ahora, para compensar los días de sufrimiento que he vivido, yo quiero pedirles que se queden en esta plaza, quince minutos más, para llevar en mi retina el espectáculo grandioso que ofrece el pueblo desde aquí”. 60.

Al rato, la imponente concentración comienza lentamente a dispersarse. La jornada ha sido dura y fatigosa, pero “mañana es San Perón y se va a cumplir el paro dispuesto por la CGT, aunque ahora a manera de festejo pues el objetivo ya se ha logrado: los trabajadores han irrumpido tumultuosamente en el escenario político y han liberado al coronel, quebrando la fuerza de la oligarquía.

Ahora, las elecciones le abren a Perón el camino al poder.

Sin embargo, si la presencia multitudinaria de los trabajadores ha cubierto el escenario político, no es menos importante lo que ha ocurrido ese mismo día, entre bambalinas. Perón no solo se ha recostado en la fuerza popular, sino también en sus camaradas que conforman esa ala nacional del Ejército que se ha venido batiendo exitosamente tanto contra los liberales (hombres del justismo, Anaya, Omstein y otros) como contra los nacionalistas (grupo Perlinger). Son ellos Mercante, Lucero, Sosa Molina, Urdapilleta, Mugica, Velazco y tantos otros, quienes han sostenido su política social desde 1943 y quienes han jugado dura pulseada contra la Marina y los sectores pro oligárquicos de la propia fuerza.
Y de ellos provienen las acciones concretadas ese mismo 17 de octubre para asegurar que el poder que se expresa en la plaza histórica se manifieste también en los cuarteles.
En horas de la tarde, su amigo Velazco, con el apoyo del coronel José Domingo Molina, controlaron la Jefatura de Policía, que ya venían manejando de hecho desde esa misma mañana, desplazando a Mittelbach.

Horas más tarde, el coronel Carlos Mugica y otros oficiales dominan el 3 de Infantería, ubicado en Pichincha y Garay, pasando a controlar asimismo otras fuerzas adyacentes: el Arsenal de Guerra y la Escuela de Mecánica del Ejército, donde tienen el apoyo de oficiales adictos a Velazco. “El coronel Mugica - recuerda Lucero -, en un acto de audacia superior, propio de su recia personalidad, tomó preso al jefe del Regimiento 3 de Infantería y asumió el comando de la unidad”. (*61)

Poco después, Mugica - al arrestar al Gral. Santos Rossi - se convierte en comandante de Primera División del Ejército, que comprende los regimientos 1,2 y 3, del área metropolitana. En la noche, Pistarini y Lucero se hacen cargo del Ministerio de Guerra.
El posterior relevo de Vernengo Lima por Pantín y la asunción del Ministerio de Guerra por Molina conforman, en la órbita militar, la otra cara del triunfo político logrado cor movilización popular.

Apoyado, por una parte, en los trabajadores, y por otra, en un sector nacional del Ejército, Perón, incorporando asimismo a algunos sectores del empresariado nativo lidera un frente de liberación nacional que enfrenta a la alianza establecida por la vieja clase dominante con el imperialismo, apoyada por amplios sectores de la clase media, la Marina y una parte del Ejército.

Esta distribución de las clases sociales no debe sorprender tratándose de un país semicolonial que desde hace varias décadas se halla subordinado como economía complementaria del imperialismo inglés, al cual abastece de alimentos baratos y al cual entrega su mercado interno.

Suponer que en un país de ese tipo la contradicción principal está dada por el enfrentamiento proletariado-burguesía constituye una caricaturización del marxismo y el desconocimiento de todo cuanto sostuvieron Lenin y Trotsky acerca de la cuestión nacional. O lo que es lo mismo, trasladar mecánicamente la lucha de clases, tal cual se daba en los países capitalistas desarrollados con cuestión nacional resuelta, a países donde esa tarea histórica no se halla cumplida, como lo advertía incluso Marx, en el Manifiesto Comunista, al fustigar al llamado socialismo verdadero, que, con su sonsonete antiburgués, concluía apoyando a los nobles y terratenientes del viejo régimen.

Esa misma noche del 17 de octubre, las fuerzas en pugna quedan así alineadas, de modo tal que podrían resumirse en la alternativa que resumen las consignas: Perón o Braden; mate sí, whisky no; liberación o dependencia.

Y la lucha no da tregua: en la madrugada, el almirante Vernengo Lima intenta convencer a Ávalos de que todavía es posible insurreccionarse para cerrar el camino a los proyectos del coronel, mientras este, con algunos amigos y en la compañía de Eva, en el departamento de la calle Posadas, analiza de qué modo construir la herramienta política para presentarse a la puja electoral. A esa misma hora, en el interior del país, importantes concentraciones de trabajadores (especialmente en Rosario, Tucumán, Córdoba y Mendoza) se dispersan en orden con la alegría del triunfo.

Así ocurre también en Buenos Aires, pero el odio riega de sangre las primeras horas del día 18 cuando una manifestación peronista es tiroreada desde adentro del diario Crítica, provocando dos muertos: Darwin Passaponti y Francisco Ramos.
EL SIGNIFICADO DEL 17 DE OCTUBRE

“El país ya era otro país y no quisieron entenderlo” , señala Arturo Jauretche refiriéndose a los viejos partidos políticos.

Y agrega: “La nueva realidad no cabía ni en el sindicalismo, ni en los partidos políticos preexistentes... El 17 de octubre, más que representar la victoria de una clase, es la presencia del nuevo país con su vanguardia más combatiente y que más pronto tomó contacto con la realidad propia... Lo viejo no comprendía al país nuevo, tampoco se dio cuenta que ya no podía representar la dirección del país y mientras discutía sus rivalidades, el nuevo actor tomó posesión del escenario”. (*62).

¿Cuál es ese “nuevo país” al que se refiere Arturo Jauretche? Puede afirmarse, como ya se ha señalado apelando a Pirandello, que desde 1935, en la Argentina, se mueven varios personajes en busca de un autor. Por un lado, sectores del Ejército que ya no están dispuestos a continuar actuando como custodios de la usurpación y la entrega oligárquicas, que abominan de los ingleses y que, en el caso de algunos militares, sustentan una clara posición industrialista. Por otro, los trabajadores que se han ido nucleando en las nuevas fábricas del Gran Buenos Aires, provenientes en general del interior desvalido, resueltos a conseguir mejores salarios y mejores condiciones de trabajo, en esa Argentina industrial que va emergiendo.

También los empresarios nuevos, en general, hijos de la inmigración y titulares de capitales nacionales, a quienes interesa un mercado interno en expansión, protegido de la competencia extranjera. Asimismo, sectores de clase media pobre del interior del país, pequeños productores y comerciantes de economías devastadas, como también ese mundo de sub ocupados que ambula de cosecha en cosecha para malvivir y en general, todos aquellos que ven asfixiados sus horizontes por la vieja Argentina agropecuaria, de recursos inmovilizados (riqueza ictícola, minera, potencial hidroeléctrico, etc.).

Todos ellos confluyen, entre 1943 y 1945, en un gran frente nacional, cohesionados por su repudio al viejo país y a la dirigencia política tradicional, tanto de derecha como de izquierda, como así también por un ansia de crecimiento económico que satisfaga sus diversos reclamos.

Como en todo frente, estos diversos componentes mantienen diferencias laterales, antagonismos que se subordinan temporariamente en aras de la coincidencia general, pero que pueden, a veces, acentuarse hasta provocar la ruptura de esa alianza. Esas diferencias, esa multiplicidad de objetivos exige un unificador, un árbitro, alguien en quien todos depositen confianza, capaz de encontrar soluciones razonables para los diferendos entre las partes.

En los países coloniales y semicoloniales, donde el imperialismo expolia no solo a los trabajadores sino a amplias capas de la sociedad, es común la aparición de líderes populares que cumplen esa tarea de unificación y conducción. En el caso argentino, esos amplios sectores sociales que ansían concluir con el viejo régimen encuentran su hombre en Juan Domingo Perón.

La interpretación individualista de la historia, tanto sea para elogiar como para denigrar, supone que ese hombre es el responsable de todo, sea de los éxitos o de las catástrofes. En nuestro caso, dirá: Perón hizo el 17 de octubre.

La interpretación de la historia en función de la lucha de clases señala, por el contrario, que son aquellos actores sociales quienes logran encontrar a su autor y lo elevan entonces a la cabeza del frente convirtiéndolo en líder. Es decir: el 17 de octubre lo hizo a Perón.

Sin embargo, la relación dialéctica de continuas acciones recíprocas en pleno desarrollo de los acontecimientos torna muy difícil establecer hasta qué punto la actuación del líder es mero resultado de las fuerzas sociales que lo impulsan y hasta dónde sus condiciones personales juegan también un papel muy importante.

Baste recordar que un marxista - Trotsky - señalaba que si Lenin no hubiera llegado al imperio zarista en 1917, posiblemente la Revolución de Octubre no se hubiera realizado.

En el caso argentino, la interpretación correcta de lo sucedido (sin pretender glorificar a Perón, ni tampoco caer en el otro extremo de restar importancia a su actuación) posiblemente resultará de las polémicas que los investigadores lleven a cabo en el futuro, cuando los odios y los amores aun subsistentes se hayan amenguado o desaparecido.
Por ahora, parece posible sostener que esos nuevos protagonistas de la historia argentina, generaron -aquel 17 de octubre de 1945- un frente nacional de liberación que fue encabezado por Perón.

Como señala Jauretche, el viejo país no entendió aquello que pasaba delante de sus narices: ni a la clase trabajadora, ni al liderazgo emergente.

• Los conservadores
A medio siglo de distancia se comprende que la clase dominante, a través de los dirigentes conservadores, los grandes intelectuales y los grandes diarios, haya reaccionado lúcidamente contra estos sucesos, corroborando, una vez más, que es la única clase para sí , con clara conciencia de sus intereses.

Con respecto a la incomprensión por parte de la mayoría de dirigentes y base social del anterior movimiento nacional - el radicalismo-, la explicación parece residir en la incorporación de la vieja clase media al régimen semi colonial, así como su sumisión al poderoso aparato cultural de la oligarquía (la historia mitrista, el liberalismo económico, la literatura exquisita y lúdica, la democracia formal, la civilización y barbarie , etc.).

• La izquierda
Más grave aun es la incomprensión de las diversas agrupaciones de izquierda.

• Los socialistas
El Partido Socialista, sometido también a esa colonización pedagógica, se ha convertido en el partido de los consumidores (moneda sana y libre importación) con fuerte subordinación a Gran Bretaña.

• Los comunistas
En el caso del Partido Comunista, como ya se ha señalado, la alianza de la URSS con Inglaterra y Estados Unidos le resultó letal al convertir al antifascismo, y más aún, a la aliadofilia, en su táctica política y sindical.
Por todas estas razones, no se asombre pues, el lector, de los juicios que va a leer seguidamente.

• Los radicales
El liberalismo oligárquico, con su virulenta campaña antifascista, ha hecho estragos en la dirigencia radical. Nada queda en su pensamiento de los planteos populares de Irigoyen.

“El 17 de octubre (dicen), fue preparado por la Policía Federal y la Oficina de Trabajo y Previsión, convertida en una gran máquina de propaganda de tipo fascista, con ramificaciones en todo el país (...) Fue una reproducción exacta de las primeras manifestaciones populares del fascismo y del falangismo” (*63)

Según el comunicado emitido por la conducción unionista de la UCR, el paro pudo realizarse “usando de la coacción y la amenaza (...) y se ultrajó a la ciudadanía con la ayuda policial, en un espectáculo de vergüenza como nunca ha presenciado la Nación. (*64).

Sostiene, asimismo, que “el número de manifestantes no fue mayor de sesenta mil personas, de las cuales un 50 % lo constituían mujeres y menores, teniendo informaciones fehacientes de que muchos de estos recibieron dinero para concurrir (...) que los manifestantes vejaron a personas, asaltaron comercios, injuriaron a la población vivando a su candidato y llevando como lema o estribillo estas palabras: Viva la alpargata y mueran los libros, Haga patria matando a un estudiante.(* 65).

Desde el conservadorismo, Emilio Hardoy define, años después:
“Los ciudadanos que desfilaron triunfalmente, yo entre ellos, poco tiempo antes por las calles de Buenos Aires, jamás imaginaron que la muchedumbre, imponente e informe, amenazadora y primitiva, iba a invadir la Plaza de Mayo al grito de guerra de ¡Perón!. Grito de guerra y de odio, casi de venganza, por causa de la miseria y la ignorancia de la sociedad de entonces. Como en todos los pueblos de Occidente, en nuestro territorio había dos países en aquel mes de octubre de 1945: el país elegante y simpático, con sus intelectuales y su sociedad distinguida sustentada en su clientela –romana- y el país de -la corte de los milagros- que mostró entonces toda su rabia y toda su fuerza. ¡Nueve días que sacudieron al país! ¡Nueve días en los que la verdad se desnudó! Nueve días que cierran una época e inauguran otra... Desde luego, el odio no es el único ingrediente del peronismo, pero es el fundamental, el cemento que aglutinó a las masas en torno a Perón. (*66).

De este modo, los viejos enemigos (radicales y conservadores) coinciden ahora en su vituperio a la presencia popular en la plaza histórica.

Sin embargo, debe reconocerse que lo hacen con ideas, mientras otros manifiestan ese mismo repudio a culatazos:

“El 17 de octubre de 1945, yo era el responsable de la Casa y de la estructura física del Ministerio de Marina en la Casa de Gobierno (...)La multitud desbordó la Plaza de Mayo y tiró las puertas abajo.

Entraron los policías a caballo, era un revuelo increíble (...) entraron unos muchachos sudorosos y que se veían muy cansados. Comenzaron a dar vueltas alrededor mío y me miraban extrañamente. Les parecía mentira ver a un oficial parado ahí. Se acercó uno y me dijo: -¿Dónde está Perón? Lo queremos ver, venimos cansados de Ensenada. Le respondí: No sé dónde está Perón, debe estar arriba

Al tiempo, acudió un teniente con un pelotón de la compañía de infantería que custodiaba la Casa de Gobierno y me dijo: “Con su permiso, señor capitán, voy a hacer desalojar a toda esta gente.

- Sí, le dije, pero con una condición: no dispare ningún tiro adentro del edificio, adentro del ministerio.

Se retiraron entonces (...) Él dio una orden y los soldados pusieron rodilla en tierra, dieron vuelta sus fusiles, con la culata para adelante, y comenzaron a sacudirles las cabezas a los revoltosos. Sonaban sus cabezas que parecían mates (*67).

Así vivió ese día de octubre el marino “democrático” Isaac F. Rojas.

Para quienes desconocen la historia argentina y se dejan llevar por los rótulos, resulta asombroso que juicios coincidentes provengan de la titulada izquierda socialista y comunista.

“La Vanguardia”, por ejemplo, órgano del partido Socialista, afirma:
- En los bajíos y entresijos de la sociedad hay acumuladas miseria, dolor, ignorancia, indigencia más mental que física, infelicidad y sufrimiento. Cuando un cataclismo social o un estímulo de la policía moviliza las fuerzas latentes del resentimiento, cortan todos las contenciones morales, dan libertad a las potencias incontroladas, la parte del pueblo que vive ese resentimiento y acaso para su resentimiento, se desborda en las calles, amenaza, vocifera, atropella, asalta a diarios, persigue en su furia demoníaca a los propios adalides permanentes y responsables de su elevación y dignificación.” (* 68)

La FUBA no se halla alejada de estos planteos y sostiene orgullosamente:
“ se había dado una polarización de las fuerzas sociales en pugna: los sectores democráticos que concurrían a los despachos de la embajada norteamericana y los dirigentes gremiales y políticos pro peronistas que acudían a la Secretaría de Trabajo. (* 69)

Por su parte, la comisión gremial del Partido Socialista señala
“las exteriorizaciones carnavalescas, desmanes y atropellos inicuos producidos en el paro, que fue ajeno a la decisión de los auténticos trabajadores organizados... (* 70)

A su vez, el Partido Comunista emite varias declaraciones en esos días. El 21 de octubre sostiene:
“El malón peronista, con protección oficial y asesoramiento policial que azotó al país ha provocado rápidamente, por su gravedad, la exteriorización del repudio popular de todos los sectores de la República en millares de protestas. Hoy la Nación en su conjunto tiene clara conciencia del peligro que entraña el peronismo y de la urgencia de ponerle fin. Se plantea así para los militantes de nuestro Partido una serie de tareas que, para mayor claridad, hemos agrupado en dos rangos: higienización democrática y clarificación política.
Por un lado, barrer con el peronismo y todo aquello que de alguna manera sea su expresión; por el otro, llevar adelante una campaña de esclarecimiento de los problemas nacionales, la forma de resolverlos y explicar, ante las amplias masas de nuestro pueblo, más aun que lo hecho hasta hoy, lo que la demagogia peronista representa.
En el primer orden, nuestros camaradas deben organizar y organizarse para la lucha contra el peronismo, hasta su aniquilamiento.
Corresponde aquí también señalar la gran tarea de limpiar las paredes y las calles de nuestras ciudades de las inmundas pintadas peronistas. Que no quede barrio o pueblo sin organizar las brigadas de reorganización democrática (...) Nuestras mujeres (...) deben visitar las casas de familia, comercios, etc., reclamando la acción coordinada y unánime contra el peronismo y sus hordas. Perón es el enemigo número uno del pueblo argentino. (*71)

Días después, el periódico Orientación afirma:
“Pero también se ha visto otro espectáculo, el de las hordas de desclasados haciendo de vanguardia del presunto orden peronista. Los pequeños clanes con aspecto de murga que recorrieron la ciudad no representan a ninguna clase de la sociedad. Es el malevaje reclutado por la Secretaría de Trabajo y Previsión para amedrentar a la población.

En el mismo número de Orientación (dirigido por Ernesto Giudici) puede leerse:
“Desde Avellaneda salían las bandas armadas del peronismo, obedeciendo un plan de acción dirigido por el coronel y sus asesores nazis (...) El peronismo logró engañar a algunos sectores de la clase obrera (...) y esos sectores engañados fueron en realidad dirigidos por el malevaje peronista, repitiendo escenas dignas de la época de Rosas; y remedando lo ocurrido en los orígenes del fascismo en Italia y Alemania, demostró lo que era, arrojándose contra la población indefensa, contra el hogar, contra las casas de comercio, contra el pudor y la honestidad, contra la decencia, contra la cultura, e imponiendo el paro oficial, pistola en mano y con la colaboración de la policía que, ese día y al día siguiente, entregó las calles de la ciudad al peronismo bárbaro y desatado.” (...)(*73)

La casi totalidad de los grupos de izquierda caen en categorizaciones erróneas al intentar definir la jornada del 17. Para los viejos anarquistas, resulta el fascismo redivivo o el Estado que aplasta las libertades individuales. Para el sector trotskista que orienta Nahuel Moreno, "el 17 de octubre es uno de los tantos golpes de cuartel (... )" (*74). Y Perón sería un agente de imperialismo inglés en retirada.

Solo el grupo de origen trotskista que se expresa en el periódico Frente Obrero, bajo la orientación de Aurelio Narvaja, reconoce los aspectos fundamentales de la movilización popular y su carácter históricamente progresivo:
“Los acontecimientos de los días 17 y 18 de este mes, han dejado perplejos y confundidos a los stalinistas, socialistas y, en general, a toda la pequeña burguesía que se hallaba bajo el influjo ideológico de la oligarquía y del imperialismo.” (...)

Durante los largos meses transcurridos desde el 4 de junio de 1943, los stalinistas, con el apoyo de los socialistas, llamaron en varias ocasiones a la huelga general. Salvo algunos sectores obreros de la construcción, la clase obrera permaneció insensible a sus llamados y el más estrepitoso fracaso coronó sus esfuerzos por defender la “democracia”... Y ahora, he aquí que un militar, un recién llegado o poco menos, logra sacar al proletariado de sus fábricas y talleres y lanzarlo a la calle, con el solo apoyo de un débil equipo de dirigentes sindicales de alquiler y sin ningún gran diario que apoye su política.

“La misma masa popular que antes gritaba -¡ Viva Yrigoyen!, grita ahora '¡Viva Perón!”.
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Extraído de la obra de Norberto Galasso: Perón. Formación, Ascenso y Caida (1898-1955) Tomo I; Edicioes Colihue. Grandes Biografias. 2005.

martes, 9 de octubre de 2007

FESTIVAL SOLIDARIO "No olvidamos el genocidio de los pueblos originarios"


PAMPA AL 800 Y DRAGONES

ENTRADA 2 ALIMENTOS NO PERECEDEROS

A PARTIR DE LAS 13HS.


FRENTE BAJO BELGRANO