DESDE DONDE LUCHAMOS:

Somos la Juventud Peronista Revolucionaria Envar El Kadri y formamos parte de la Agrupación Envar El Kadri - Peronismo Revolucionario.
Concebimos este espacio estratégico de lucha, en el marco del apoyo al presidente de la República Argentina Néstor Kirchner y a los procesos populares encarnados en el comandante Chavez, Evo, Lula, Ortega,Correa y Fidel Castro. Construyendo junto al pueblo una patria para todos y todas. Contra el enemigo principal de adentro y de afuera del proceso en marcha. Desde nuestra história de consecuencia y confrontación contra toda expresión del neo-liberalismo, sin oportunismos. Con la concepción de que solo el pueblo organizado es capaz de derrotar a los grupos concentrados de poder económico y político que han operado sistemáticamente hace mas de 30 años. Engrosando sus bolsillos en detrimento del pueblo Argentino.

CONSTRUIMOS DÍA A DÍA DESDE LA TRINCHERA DE LA PATRIA FUERZA POLÍTICA ORGANIZADA PARA LA REALIZACIÓN DEFINITIVA DE LA LIBERACIÓN NACIONAL Y LA CONSTRUCCIÓN PERMANENTE DEL SOCIALISMO NACIONAL DEL SIGLO XXI.

miércoles, 24 de octubre de 2007

¿RECONSTRUIR LA CENTRO IZQUIERDA O EL MOVIMIENTO NACIONAL Y POPULAR?

Por Lido Iacomini

El estallido de Diciembre del 2001 sólo puso en evidencia algo que ya había sucedido en nuestro país: el sistema tradicional de partidos y movimientos políticos hacía tiempo que ya estaba agotado. Sus componentes atravesaban una profunda crisis a consecuencia de su incapacidad para resolver las demandas históricas del pueblo argentino, cuando no su defección y su traición.
A pesar de la amplitud y la efervescencia de la lucha social y política del 2002 y del 2003 no se logró estructurar un nuevo movimiento expresivo de la nueva situación y que a la vez recogiera lo mejor de la tradición de nuestro movimiento de masas.
El gobierno de Kirchner –con todo lo renovador y positivo que aportó a la salida de la crisis concitó una mayoritaria adhesión en casi todos los estratos sociales, pero desde el plano político organizativo se apoyó y se asentó en la débil situación heredada, y quedó entrampado, sostenido por debajo con algo peor que el desierto: los remanentes podridos de la vieja partidocracia y la estructura corrupta que en el justicialismo consolidó el menemismo.
Un sector más dinámico, el de los movimientos sociales y transversales, careció de política propia para aprovechar las transformaciones favorables que aportó Kirchner y para pasar de ser una exigua minoría a ser una consistente mayoría. Sacrificó autonomía e independencia a cambio de recursos y estructuras, cambiando la dirección de la correa de transmisión, que pasó de marchar desde las demandas y necesidades populares hacia arriba, a viabilizar principalmente las políticas oficiales hacia el pueblo. Incluso pagando los precios de los errores, debilidades y limitaciones del gobierno.
Así y todo –portando críticas y disconformidades- siguen trasvasando lentamente cuadros y militantes del progresismo hacia las filas oficiales mientras la autotitulada centroizquierda se reagrupa a su calor. Tendencia que el previsible y deseable triunfo electoral de Cristina acentuará.
Esto tiene aspectos favorables en la perspectiva que se avecina. Tras la cantada derrota electoral de la oposición, las derechas intentarán un reagrupamiento por dentro del PJ que encabezarán (¿ex?) duhaldistas y menemistas.
Pero aún los sobrevivientes mas destacables del movimiento nacional y del progresismo -y hay muchos- sostienen algunas ideas deformadas, en gran medida como consecuencia del doloroso pasado reciente. En realidad la centro izquierda (peronista y no peronista) no es otra cosa que una izquierda mellada en su espíritu revolucionario por las derrotas, los fracasos, las traiciones y las desilusiones. Carentes de un proyecto estratégico propio, sobrevuelan bajo con un pragmatismo que bordea en muchos casos el oportunismo. Sobre todo alimentado por las “teorías gestionarias” heredadas del chachismo que reservó la política para las elites, convirtiendo a la militancia en funcionariato.
Así como los dirigentes sociales cooptados encajonan su práctica, limitados por las responsabilidades derivadas de planes sociales y cargos, los “progres” centroizquierdistas lo hacen con la mentalidad y la sensibilidad de la burocracia gestionaria, cuya inteligencia suele, demasiado frecuentemente, estar al servicio de justificar todo. La desesperación mediática que suele poseerlos – convencidos de que esa es la nueva forma de hacer política - los aleja y aisla de la “gente”.
Teniendo en cuenta que hoy hay expectativas ante el reagrupamiento de la centroizquierda –y que es loable rescatar y organizar a la militancia- hay que señalar la necesidad de un balance de la experiencia que identifique los serios errores y las nefastas ideas que se fueron consolidando a lo largo de estos años. La Alianza entre el FREPASO y el radicalismo delarruista fue la expresión de una alianza de clases que subordinó a un vasto sector de la clase media argentina (conducida por su vertiente progresista) a un sector del poder financiero y agropecuario (el poder que se expresaba en la derecha radical liderada por De la Rúa ). Alianza que implicó la renuncia a romper con el modelo neoliberal y el acompañamiento, aún a regañadientes, en el rumbo de sus socios hegemónicos hacia el despeñadero.
La mal llamada crisis de representació n implicaba no sólo el fracaso de una dirigencia sino principalmente la incapacidad de las clases que representaban –y aún hoy, en una nueva situación, representan- por resolver la crisis estructural del sistema político, económico y social imperante bajo el neoliberalismo, rompiendo los lazos de la dependencia. Pero esa dirigencia nunca representó al movimiento nacional y popular, sí a lo sumo, a alguno de sus sectores. En realidad la vacancia existía, aún existe y hoy se hace indispensable avanzar en la reconstrucció n política del movimiento nacional y popular para conducir al país a una efectiva independencia y a la justicia social. Sin ello no hay utilidad alguna en la reconstrucció n de la voluble centroizquierda.
La llamada Concertación Plural no se vé que tenga más futuro y profundidad que el de una fugaz alianza electoral. Hay expectativas en algunos sectores de la militancia de que Néstor Kirchner una vez relevado de su cargo presidencial encarará la tarea de organizar un nuevo movimiento político que le permita zafar del corset del PJ y promueva una renovación de la dirigencia. Ojalá logre hacer una contribución importante en el camino de la reorganizació n del movimiento nacional. Pero de ninguna manera se nos ocurre que debemos renunciar a nuestra responsabilidad, a nuestra autonomía y a nuestra iniciativa para reorganizarnos y para formular un pensamiento renovado que aporte en esa dirección. Y sobre todo que permita alumbrar la coyuntura a partir de una concepción estratégica para lograr la liberación nacional.
Por otra parte es absolutamente cierto que no todo lo nuevo es bueno ni todo lo viejo es malo y en consecuencia nada indica que la renovación es en sí misma un valor. En realidad las tareas de renovación y reconstrucció n del movimiento están íntimamente relacionadas con la reelaboración de las bases teóricas, ideológicas y políticas que permitan definir un nuevo modelo de Nación. A la luz de la experiencia concreta de las transformaciones que se están realizando en el país. Sabiendo que todos los días se está consolidando un modelo. Que si bien cambió el modelo de acumulación, que el rol del Estado evidencia claros signos de recuperación y que la política de sustitución de importaciones motoriza la industria nacional y alienta al mercado interno no está claro como resolver el problema del papel dominante de los monopolios, principalmente los extranjeros que dominan arterias vitales de la economía y el origen y el papel de la inversión. Y sobre todo teniendo en cuenta que sin organización política del movimiento popular la variable de ajuste del modelo irá en contra de un avance en la distribución de la riqueza en la Argentina.
Cuando Lavagna ataca a Chávez en realidad define el alcance limitado de la contradicción de un sector concentrado de la gran industria argentina con el imperio norteamericano y el curso que desearían darle a un Mercosur moderado. Sus perspectivas de convertirse en gigantes industriales de América del Sur las fincan en resolver la vinculación con inversiones financieras norteamericanas y europeas. Es decir en la renegociación de los términos de la dependencia. Para ellos más que para nadie es imperioso resolver rápido la negociación de la deuda con el Club de París.Los que ya revivieron, ya salieron del infierno y también del purgatorio, piensan, pragmáticamente también, que es bueno mantener este nuevo statu quo y que alimentar una mayor unidad y dimensión política latinoamericana hasta alcanzar a crear un nuevo polo de poder mundial está lejos de sus necesidades y aspiraciones. En realidad sólo el pueblo, cuyas carencias de salud, educación y bienestar siguen siendo acuciantes tiene necesidades y aspiraciones ambiciosas y colectivas y sólo con su organización y política propias podrá persuadir a la mayoría de la sociedad a acompañarlo a transformar profundamente a esta nación. Los Kirchner solos, aunque quieran, no podrán.

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