Las últimas principales decisiones del gobierno de Mauricio Macri –despido masivo de miles de trabajadores y amenaza de hacerlo sobre muchos miles más, la intervención a la Obra Social y el veto a la ordenanza sobre fabricación de medicamentos por el estado porteño- más anuncios sobre una atención discriminatoria en nuestros hospitales para los habitantes del Gran Buenos Aires y del interior del país y declaraciones que cargarían gran parte de la responsabilidad de las falencias de las anteriores gestiones sobre las estructuras sindicales, han generado múltiples, diversas y en algunos casos contradictorias adhesiones y rechazos polìtico-partidarios, sindicales , sociales y comunicacionales. Este es un breve y rápido aporte basado en este encuadre básico: como peronista revolucionario no tenemos el más mínimo prejuicio antisindical, sostenemos la mas amplia solidaridad con todos los habitantes de la Nación y consideramos a Macri y a todo su entorno como el principal enemigo político en esta Ciudad de Buenos Aires.
En primer lugar para tirarle datos objetivos a estos viejos y nuevos dirigentes “gorilas” de alma y a la “tilinguería” y desmemoria de demasiados integrantes de los sectores medios capitalinos: desde 1955 hasta el 2007 -52 años- han dirigido la ciudad durante 17 años dictaduras militares, 18 años radicales y 8 años progresistas, es decir 43 años de gestiones conducidas por antiperonistas o no peronistas en notable desproporción con los 9 años de administraciones con identidad peronista. Todas las falencias, errores, negligencias, corrupciones, que sobre las anteriores gestiones con soberbia hoy denuncia el “macrismo” fueron protagonizadas en su mayoría por sectores militares que ellos apoyaron con entusiasmo o en determinadas etapas por fuerzas políticas que sostuvieron sin verdadera convicción como alternativa al peronismo.
A los trabajadores municipales -que en gran medida se siguen identificando como peronistas como la mayoría de los trabajadores argentinos- que en la actualidad se encuentran encuadrados en varios sindicatos abiertos al pluralismo, no se les puede adjudicar la principal responsabilidad en la existencia de la hipertrofia de personal, de “ñoquis” y de desacertada ubicación del personal que se denuncian , y de descargarla sobre ellos con la pérdida del empleo para miles de compañeros y compañeras –ùnica fuente alimentaria familiar para muchos de los cesantes que percibían modestos sueldos-.
Este desprecio, esta desaprensión, esta falta de solidaridad social, responde a la lógica de explotación de sus trabajadores que han tenido en su pasado estos empresarios venidos a dirigentes políticos, envueltos además en una serie de acusaciones por estafas, evasiones, contrabandos, incumplimientos de contratos y precios desmedidos como proveedores del Estado que les quita toda autoridad moral para hablar de transparencia y ética.
Creemos que ante esta política básica de enfrentamiento con los trabajadores que inicia Mauricio Macri, que se perfila como el máximo dirigente político de la derecha y aspirante a “Berlusconi” argentino, corresponde que con respecto a él , a su gestión y a su partido se acuerde la máxima unidad posible en la acción entre los diferentes sindicatos y centrales que nuclean actualmente a los asalariados para hacerlo retroceder en su decisión de despidos masivos.
Igual posicionamiento - con extensión a todas las organizaciones políticas, sociales y culturales-correspondería en el rechazo a la propuesta del macrismo de desigualdad de atención en todos los hospitales públicos para los enfermos que no residen en nuestra ciudad, enormidad que viola elementales y arraigados principios éticos de la salud pública, de solidaridad con los mas desprotegidos, de normas constitucionales y del hecho objetivo que cientos de miles de habitantes del gran Buenos Aires contribuyen a la riqueza que se genera en esta Ciudad de Buenos Aires.
Similar rechazo tendría que generar el veto de Macri a la resolución del Poder Legislativo porteño de crear Laboratorios del gobierno de la Ciudad para producir determinados medicamentos de mas bajo costo que los que elaboran los laboratorios privados –que la realidad demuestra que en muchos casos la diferencia de precios es muy notable- . Aquí se manifiesta claramente la médula del pensamiento y sentimiento de este personaje nefasto: la ganancia empresaria de una minoría está por encima del bien público y social de la mayoría.
En lo que respecta a la intervención que ha dispuesto sobre la Obra Social de los trabajadores de la Ciudad de Buenos Aires la situación es más compleja. La simultaneidad de la resolución ante las medidas de fuerza del sindicato que la dirige como rechazo de las cesantías, la muestra claramente en el presente como una medida de represalia y en lo inmediato como un arma de ·chantaje” ante posibles negociaciones sobre el destino final de los despedidos actuales y futuros. Por ello en principio también debe ser rechazada, y sobre la desregulación por este empresario planteada con el espíritu del Cavallo que la originó se debe hilar mucho más fino y merecerá un aporte posterior.
En primer lugar para tirarle datos objetivos a estos viejos y nuevos dirigentes “gorilas” de alma y a la “tilinguería” y desmemoria de demasiados integrantes de los sectores medios capitalinos: desde 1955 hasta el 2007 -52 años- han dirigido la ciudad durante 17 años dictaduras militares, 18 años radicales y 8 años progresistas, es decir 43 años de gestiones conducidas por antiperonistas o no peronistas en notable desproporción con los 9 años de administraciones con identidad peronista. Todas las falencias, errores, negligencias, corrupciones, que sobre las anteriores gestiones con soberbia hoy denuncia el “macrismo” fueron protagonizadas en su mayoría por sectores militares que ellos apoyaron con entusiasmo o en determinadas etapas por fuerzas políticas que sostuvieron sin verdadera convicción como alternativa al peronismo.
A los trabajadores municipales -que en gran medida se siguen identificando como peronistas como la mayoría de los trabajadores argentinos- que en la actualidad se encuentran encuadrados en varios sindicatos abiertos al pluralismo, no se les puede adjudicar la principal responsabilidad en la existencia de la hipertrofia de personal, de “ñoquis” y de desacertada ubicación del personal que se denuncian , y de descargarla sobre ellos con la pérdida del empleo para miles de compañeros y compañeras –ùnica fuente alimentaria familiar para muchos de los cesantes que percibían modestos sueldos-.
Este desprecio, esta desaprensión, esta falta de solidaridad social, responde a la lógica de explotación de sus trabajadores que han tenido en su pasado estos empresarios venidos a dirigentes políticos, envueltos además en una serie de acusaciones por estafas, evasiones, contrabandos, incumplimientos de contratos y precios desmedidos como proveedores del Estado que les quita toda autoridad moral para hablar de transparencia y ética.
Creemos que ante esta política básica de enfrentamiento con los trabajadores que inicia Mauricio Macri, que se perfila como el máximo dirigente político de la derecha y aspirante a “Berlusconi” argentino, corresponde que con respecto a él , a su gestión y a su partido se acuerde la máxima unidad posible en la acción entre los diferentes sindicatos y centrales que nuclean actualmente a los asalariados para hacerlo retroceder en su decisión de despidos masivos.
Igual posicionamiento - con extensión a todas las organizaciones políticas, sociales y culturales-correspondería en el rechazo a la propuesta del macrismo de desigualdad de atención en todos los hospitales públicos para los enfermos que no residen en nuestra ciudad, enormidad que viola elementales y arraigados principios éticos de la salud pública, de solidaridad con los mas desprotegidos, de normas constitucionales y del hecho objetivo que cientos de miles de habitantes del gran Buenos Aires contribuyen a la riqueza que se genera en esta Ciudad de Buenos Aires.
Similar rechazo tendría que generar el veto de Macri a la resolución del Poder Legislativo porteño de crear Laboratorios del gobierno de la Ciudad para producir determinados medicamentos de mas bajo costo que los que elaboran los laboratorios privados –que la realidad demuestra que en muchos casos la diferencia de precios es muy notable- . Aquí se manifiesta claramente la médula del pensamiento y sentimiento de este personaje nefasto: la ganancia empresaria de una minoría está por encima del bien público y social de la mayoría.
En lo que respecta a la intervención que ha dispuesto sobre la Obra Social de los trabajadores de la Ciudad de Buenos Aires la situación es más compleja. La simultaneidad de la resolución ante las medidas de fuerza del sindicato que la dirige como rechazo de las cesantías, la muestra claramente en el presente como una medida de represalia y en lo inmediato como un arma de ·chantaje” ante posibles negociaciones sobre el destino final de los despedidos actuales y futuros. Por ello en principio también debe ser rechazada, y sobre la desregulación por este empresario planteada con el espíritu del Cavallo que la originó se debe hilar mucho más fino y merecerá un aporte posterior.
Dante Rubio, 6 de enero 2008, Peronismo Revolucionario, Agrup.Envar el Kadri
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